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Cada cual en el mundo tiene su punto de vista especial; así, no es extraño que, miéntras un inválido erudito me explicaba con todo el entusiasmo posible lo mismo que cada día explica á todos los viajeros curiosos, considerando como semi-dioses á los personajes mas históricos, yo maldecia interiormente el genio destructor de esos gloriosos filibusteros á quienes las naciones llaman almirantes cuando les dan el encargo de ir á ensangrentar los mares con sus atroces combates, no contentos los gobiernos con ensangrentar la tierra.

Continuó el ejército al pueblo de Orurillo, donde solo halló algunos ancianos y pocas mugeres, y preguntado su teniente de cura, D. Juan Bautista Moran, cual era la causa porque aquellos vecinos habian abandonado su domicilio, espresó que no habian alcanzado sus súplicas y persuasiones, para convencerlos á que esperasen tranquilamente la llegada de las tropas del Rey, porque estaban empeñados con la mayor obstinacion en negarle la obediencia, y seguir las sediciosas banderas de rebelion: procedimiento que obligó al Comandante General á procurar la captura de algunos: y habiendo conseguido hacer dos prisioneros, fueron pasados inmediatamente por las armas, y despues publicado que seria castigado aquel pueblo y sus vecinos con todo el rigor de la guerra, una vez que obstinadamente querian separarse de la debida obediencia de su legitimo dueño.

Saliónos a recebir todo el pueblo, que ya de alguno que se había adelantado sabían la nueva de nuestra venida.

Entonces escribió un poema en ciento catorce octavillas italianas, titulado «Dios»; pero tampoco se publicó, porque el director opinó que «Dios» no era asunto de actualidad. Forondo carecía del sentido de la ponderación. Lo quiso ser todo y al fin no fué nada; esto es: finó siendo traductor. Elaboraba a brazo sus traducciones. «El pobre pequeño niño sacó su muestrecita.

Al cumplir el año se hace la liquidación del importe total de los trabajos, de los obsequios y del valor de todo lo comible y bebible, que ha llevado el pretendiente, y este se prepara á recibir su sentencia, pues al concluir el servicio se resuelve en definitiva si se le acepta ó no.

No es extraño, cuando un grupo de oficiales del ejército se encuentra hablando sobre estos sucesos, ver á un negro que disimuladamente escucha, ni observar que en los alrededores del Cuartel de la Rural se encuentran tipos sospechosos que se fijan en todo y todo lo escudriñan.

Daba pena verle, cuando le daba el ataque, todo encendido, agarrotado y sin aliento, como si estuviese a punto de perder la vida en aquel mismo instante... Pero su mamá carecía de recursos para el viaje, de lo que recibía grandísima pena.

A casa del señor Felipe Auvray contestó Amaury en tono que no tenía nada de pacífico. Como Felipe, que no quería renunciar a sus antiguas costumbres, seguía viviendo en el barrio Latino, era larga la distancia que habla que recorrer, y Amaury tenía tiempo para que se transformase en cólera todo el mal humor que había sacado de casa del conde.

Carmen y Lucía son mellizas, muy lindas ambas y bastante vivaces, sobre todo Lucía, mi ahijada. Apenas cuentan 16 años. A Estefanía, mi hermana, le urgía mucho esta presentación. Yo la decía con frecuencia que me parecía pronto para lanzar a las niñas al torbellino del mundo.

Yo he sabido hace poco que estabas en Madrid. Si antes lo hubiera sabido hubiera ido a verte a tu casa. ¿Y quién me conoce? ¿Quién ha podido hablarte de ? Mi marido es un pobre empleado... Será lo que dices; pero su inteligencia y su laboriosidad tienen encantado al Ministro y lleno de envidia a todo el personal de la Secretaría. El Ministro no hace más que hablar de tu marido.