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Sois prisioneros de la gran batalla donde la sociedad al débil avasalla, y en la cárcel sombría del deber vais a reir, vais a llorar, y vais a recordar el fragor de la lucha del ayer.

REY. ¿Tenéis vos alguna queja? PELAYO. , señor, deste rocín. REY. Digo que os cause cuidado. PELAYO. Hambre tengo: si hay cocina Por acá... REY. ¿Nada os inclina De cuanto aquí veis colgado, Que a vuestra casa llevéis? PELAYO. No hay allá donde ponello: Enviádselo a don Tello, Que tien desto cuatro u seis. REY. ¡Qué gracioso labrador! ¿Qué sois allá en vuestra tierra?

Decid más bien que os han casado y me han casado á . ¿Os acordáis de las dudas que anoche teníais acerca de si yo era ó no la reina? Y no me he engañado, porque sois la reina de mi alma. Recordad las cartas que me trajísteis; anoche os preguntó doña Clara Soldevilla, hoy os pregunta vuestra esposa: ¿habéis leído aquellas cartas, señor?

Sin embargo, creo que puedo responder de la completa curación. ¿Quedaré cojo? preguntó el duque. Me parece que puedo asegurar que no. Hacedlo así continuó el duque , y diré que sois el primer cirujano del mundo. Stein, sin alterarse, mandó llamar a Manuel, cuya fuerza y docilidad le eran conocidas, y de quien podía disponer con toda seguridad.

Dios os guarde y os haga dichosa, aunque tenéis partes para no serlo, y más si heredáis mi fortuna, hasta que tengáis consuelo, como vos lo sois mío. Vuestro padreLa epístola á Herrera, en que describe la lucha que sostuvo su corazón entre el dolor y la alegría al profesar aquélla en el convento, es una de sus composiciones más bellas.

3 y tuviereis respeto al que trae la vestidura preciosa, y le dijereis: Siéntate aquí bien; y dijereis al pobre: Estate allí en pie, o siéntate aquí debajo de mi estrado; 4 ¿vosotros no juzgáis en vosotros mismos, y sois hechos jueces de pensamientos malos? 7 ¿No blasfeman ellos el buen nombre que es invocado sobre vosotros?

13 Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o se allegará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. 15 Y les dijo: Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; pero Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación.

Sois un pozo obscuro. Porque me hundo en mi alma. ¡Ah! ¿no es verdad, don Francisco, que esto es terrible? ¿Y qué es lo terrible? Yo no lo he visto nunca: cuando le vi á él... ya sabéis quién es él... , ; mi amigo Juan.

-Si os la mostrara -replicó don Quijote-, ¿qué hiciérades vosotros en confesar una verdad tan notoria? La importancia está en que sin verla lo habéis de creer, confesar, afirmar, jurar y defender; donde no, conmigo sois en batalla, gente descomunal y soberbia.

No, Ernestina dijo por fin, tuteando a su mujer . Nunca nos uniremos. Te conozco: todas sois iguales. Es mentira lo que dices. Sigue tu camino, como si no nos conociéramos... Pero no pudo continuar. Su mujer le volvía ahora la espalda. Lloraba descansando la cabeza en el respaldo del asiento, y su enguantada mano introducía el pañuelo bajo el velillo para secarse las lágrimas.