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Pero Shakespeare es el único y principalísimo centro de los poetas dramáticos de su patria; los demás, no obstante sus bellezas, están á inmensa distancia de este gigante, y son cuerpos de segunda y tercera magnitud, que reflejan más ó menos el resplandor que despide.

Al estudio de Shakespeare debemos casi todo lo más valioso que ha producido la musa dramática alemana, y el conocimiento más profundo de los españoles podría sugerirnos también, por igual motivo, inspiraciones más fecundas, y acaso dar principio á una nueva era del teatro alemán.

Verdad es que los historiadores de la literatura han introducido la costumbre de mirar á Calderón y á Lope como á los principales representantes del drama español, y como si su importancia fuese tan grande en el teatro de su país como la de Shakespeare en el inglés; pero cuando se estudian á fondo, se conoce que no son superiores á los demás en la desproporción inmensa que el poeta inglés, y que á su lado, y no en lugar inferior, puede colocarse un número considerable de poetas, tan dignos, tan fecundos y excelentes.

Y ¡cosa extraña! los severos críticos, que censuran tan agriamente en Shakespeare las faltas más insignificantes, contrarias á la verdad local ó de tiempo, guardan completo silencio sobre ésta. Ya dijimos antes que, por lo que hace á la exposición y al lenguaje dramático, toda la obra del poeta francés carece de animación y de vida, y de elevación poética.

De esta manera, trabajos dramáticos de sus predecesores y contemporáneos sugirieron á Shakespeare la idea de algunas de sus obras ó la de escenas aisladas de ellas, y así también los dramáticos españoles se apoderaron mutuamente de sus riquezas literarias.

Pero dejando á un lado este comentario, que de seguro hará reir á los admiradores de Shakespeare, consignaremos ahora que Moratín, á la vuelta de su viaje, fué nombrado por el Gobierno miembro de una junta, creada con el objeto de reformar el estado del teatro. Fácil es de suponer cuáles serían sus trabajos en este cargo, si bien no tardó en abandonarlo. Las tres comedias, que, además de la traducción de algunas piezas de Molière, se representaron en los años de 1803, 1804 y 1806, El barón, La mogigata y El de las niñas, pasan por ser las mejores obras suyas. En La mogigata se pinta vivamente el carácter de una hipócrita piadosa, pero más en sus rasgos exteriores que penetrando en lo íntimo de su esencia. En El de las niñas se propone trazar los peligros, á que se exponen los padres, cuando quieren violentar á sus hijas en la elección de esposo. Doña Francisca deja el convento en que se ha educado, en compañía de su madre, desposándose con Don Diego, hombre ya de edad provecta.

Como entre la comedia The elder Brother, de Fletcher, y la de Calderón, De una causa dos efectos; entre la Twelfth Night de Shakespeare, y la comedia anónima La española en Florencia; entre la Maid of the Mill, de Beaumont y Fletcher, y La quinta de Florencia, de Lope; entre la Duchess of Malfy y El mayordomo de la duquesa de Amalfi, de Lope de Vega.

Sentada en un rincón del fuego, como un monstruo familiar, leía en las cartas el porvenir de mamá; la prometía el reino de París, como una bruja de Shakespeare; la animaba en sus desfallecimientos, consolaba sus disgustos, arrancaba sus cabellos blancos y la servía con una devoción canina.

La edición que conozco es de Venecia, 1612, appresso Ant., Torino. Algunos detalles de esta Hadriana recuerdan de un modo tan sorprendente otros de Romeo y Julieta, de Shakespeare, que es posible admitir como verdadero el supuesto de que la tuvo á la vista el poeta inglés.

El centro ó foco de la acción lo constituye la milagrosa imagen de la Virgen en su nacimiento, decadencia y restauración, dependiendo la unidad del argumento de este centro, al que se refieren todas las demás escenas. La cisma de Ingalaterra . El plan de esta tragedia coincide en muchos puntos con la de Enrique VIII, de Shakespeare.