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No quiero ni debo poner barreras, meta, ni a modo de columnas de Hércules al ingenio de los hombres, escribiendo non plus ultra en dichas columnas. Allánense los ingleses a confesar que es posible la aparición de un dramaturgo que valga más que Shakespeare, y allanémonos nosotros a confesar que es posible la aparición de un novelista superior a Cervantes.

La conclusión es, sin duda, la parte más débil de este drama. ¡Cuán grande es el abismo, que separa á la catástrofe tan patética y tan profundamente conmovedora de Shakespeare de esta terminación cómica!

La historia, la literatura están llenas de asesinatos de ese género, y Shakespeare, ese gran conocedor de las almas, no presenta, por decirlo así, otro tema trágico que el asesinato entre parientes.

Puede servir la de Calderón para hacer comparaciones interesantes con el antiguo y excelente drama inglés Edward the Third and the Black Prince, atribuída recientemente, con plena razón, á Shakespeare. Ambas son, sin embargo, completamente diversas. Shakespeare no ha tenido presente para nada la novela, sino sólo la tradición histórica.

Las mismas razones que hay para dudar de la autenticidad de estos dramas, de los cuales nada dice el poeta, y que Vera Tassis califica de apócrifos, son aplicables también, á nuestro juicio, á las siguientes: La española en Florencia, de la misma novela que sirvió á Lope de Rueda para su comedia de Los engaños, y á Shakespeare para su Twelfth-Night, pero ajustándose á ella más estrechamente; obra dramática de mucho mérito, no indigna de Calderón.

La conozco contestó el príncipe ; pero no acostumbro á ajustar mi vida á las comedias, ni creo en sus enseñanzas. Puedo asegurarte que no me casaré, aunque con ello desmienta á Shakespeare y al rey francés de cuya crónica sacó el argumento de su obra. Pero lo que pretendes es absurdo prosiguió Castro . Yo no lo que pensarán los demás, ¡pero impedirme á que...!

Nos gusta más Homero, ciego y vagabundo; Cervantes, que, según la gente, no tuvo qué cenar cuando terminó el Quijote; Shakespeare, cómico de lengua y empinando el codo en las cervecerías; Beethoven, pobre sordo... y Colón, muriendo de hambre sobre unas pajas, sin haber recibido blanca por sus descubrimientos.

El primer fondo, que, sin saber lo que hacía, comenzó a leer, hablaba de la brevedad de la existencia y de los acendrados sentimientos católicos de la redacción. «¿Qué eran los placeres de este mundo? ¿Qué la gloria, la riqueza, el amor?». En opinión del articulista, nada; palabras, palabras, palabras, como había dicho Shakespeare. Sólo la virtud era cosa sólida.

V. el tomo III, pág. 96, en que tratamos de la dramatización de este asunto, hecha por Lope. Séame lícito, con este motivo, indicar un hecho que conozco bien, en el cual no se ocupa ninguno de los comentadores de Shakespeare. Hay una tragedia antigua, italiana, cuya fábula es semejante en todo á la narración de Luigi da Porta, diferenciándose sólo en ser diversos los nombres de los personajes.

Un sentimiento de hipocresía ha negado al ilustre poeta el consuelo de dormir entre Shakespeare y sus dignos compañeros. La iglesia es una soberbia creación gótica, en toda la pureza de su imponente gallardía: Westminster es, sin duda alguna, uno de los mejores templos que he visto. En frente está el famoso Parlamento, magnífico y colosal edificio, gótico todo, purísimo, admirable.