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No cantaba la alondra, como en el jardín de Verona anunciando el alba a los amantes de Shakespeare; pero comenzaba a oírse el chirrido lejano de los carros en los caminos de la campiña, y una canción perezosa y soñolienta entonada por una voz infantil. Adiós, Rafael... Ahora que es el último. Nos van a sorprender.

El tormento de la frase lo han padecido los genios mayores; si Shakespeare hubiese podido decir todo lo que quiso, su gloria sería infinitamente más grande. Toda obra, por tanto, deja en el ánimo de su creador la inquietud de algo inconcluído, de algo no dicho, que inmediatamente le impulsa á escribir otra... y otra después.

Su sobrino el caballeresco Coradino iba á morir más adelante bajo el hacha del verdugo al intentar la defensa de sus derechos. Como la emperatriz oriental no representaba ningún peligro para la dinastía de Anjou, el vencedor la dejaba seguir su destino sola y desamparada, como una princesa de Shakespeare.

Pensando, pensando, pensando no si con acierto, pues a veces se acierta menos cuanto más se piensa yo creo haber llegado a descubrir el diablo aderezador a que se refiere Shakespeare. Este diablo es la moda. No me cabe duda: la moda surge de las inspiraciones del diablo.

En cambio, Shakespeare es tan rico en tipos como Homero, y ha recorrido todos los grados de la escala de la imaginación, desde el natural más positivo hasta la más delirante fantasía.

Herodoto, por tanto, debió hacer una descripción de América. En la misma comedia, Constantinopla está en poder de los infieles en la época de la conquista de España por los árabes. Con frecuencia han de explicarse sus errores contra la verdad histórica y geográfica, como lo han hecho los comentadores más instruídos de Shakespeare con los de éste.

De caracteres fijos y necesarios no hay que hablar, por consiguiente, puesto que en los personajes de las clases, que se distinguen con este nombre en las comedias, puede tener cabida la mayor variedad de individuos. Tan justa sería esa crítica como achacar también á Shakespeare uniformidad y defecto de caracteres individuales, porque ofrece en la escena con repetición héroes, amantes, etc.

Así, por ejemplo, cuando tengo la imaginación encantada por mil ensueños pastorales que me han mecido en el curso de mi paseo, yo encamino mi pensamiento bajo las tiendas de los patriarcas, o entre los segadores de Belem, y asisto con la imaginación a las bodas de Ruth. En cambio ha disminuido mi entusiasmo por Osián y aun por Shakespeare.

también una vez al célebre trágico Edwin Booth, de la familia del asesino de Lincoln; más tarde tuve ocasión de seguir sus interpretaciones de Shakespeare en Berlín, donde trabajaba con una compañía que le daba la réplica en alemán.

Y le veo alejarse, amorosamente abrazado a la niña, en cuyos ojos zarcos arde una llamita de ilusión, y en este momento, el mal poeta me parece más grande que Shakespeare y que Hugo... La sombra del rey galán POR el puentecillo de El Pardo iba aquel rey galán cuya leyenda cantan los niños en los jardines. Era pálido y adolorido, tenía las ojeras moradas como los lirios del paje Gerineldo.