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Una de ellas era Linda; se acercó al sepulcro de Zalacaín y dejó sobre él una rosa negra; la otra era la señorita de Briones, y puso una rosa roja. Catalina, que iba todos los días al cementerio, vió las dos rosas en la lápida de su marido y las respetó y depositó junto a ellas una rosa blanca. Y las tres rosas duraron mucho tiempo lozanas sobre la tumba de Zalacaín.

Pero esta alegría le hacía sonreir después amargamente. ¡Una nación protestante libertando por tercera vez el sepulcro de Cristo!... Imagínese usted, amigo Martínez, si España hubiese estado con las naciones decentes. Esa gloria nos correspondía á nosotros, que somos la nación más piadosa.

31 Y después que le hubieron enterrado, habló a sus hijos, diciendo: Cuando yo muriere, enterradme en el sepulcro en que está sepultado el varón de Dios; poned mis huesos junto a los suyos. 32 Porque sin duda vendrá lo que él dijo a voces por palabra del SE

7 diciendo: Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea colgado en un madero, y resucite al tercer día. 8 Entonces ellas se acordaron de sus palabras, 9 y volviendo del sepulcro, dieron nuevas de todas estas cosas a los once, y a todos los demás. 11 Mas a ellos les parecía como locura las palabras de ellas, y no las creyeron.

Si sobre mi sepulcro vieres brotar un día, entre la espesa yerba, sencilla humilde flor, acércala a tus labios y bésa el alma mía, y sienta yo en mi frente, bajo la tumba fría, de tu ternura el soplo, de tu hálito el calor.

Hasta yo, á pesar de mis años, habría ido á la cruzada. ¡Los españoles entrando victoriosos en Jerusalén! ¿Qué me dice usted de esto?... Pero el oficial contestó con una sonrisa pálida. «... tal vezSe veía que no le importaban gran cosa la entrada en Jerusalén y el vacío sepulcro de Cristo. Don Marcos, algo ofendido con el héroe, se replegó en su mentalidad de hombre medioeval.

Tiemble al contacto de la forma pura dándole abrigo, la feliz arena, muera yo luégo, y del sepulcro frio repose al lado. La tarde muere; la sombra se extiende por todas partes, y con el dia concluyen los gorjeos de las aves.

Salud! ah que es hermoso caer por darte vuelo, Morir por darte vida, morir bajo tu cielo, Y en tu encantada tierra la eternidad dormir. Si sobre mi sepulcro vieres brotar un dia Entre la espesa yerba sencilla, humilde flor, Acércala a tus labios y besa al alma mía, Y sienta yo en mi frente bajo la tumba fría De tu ternura el soplo, de tu hálito el calor.

Murió el duque de Medinasidonia D. Enrique de Castilla, hijo natural de D. Enrique II y de D.ª Juana de Sousa, y el rey D. Enrique III escribió al cabildo que le diese sepultura en la capilla mayor al lado del Evangelio. En este sitio estuvo, en un sepulcro de madera primorosamente esculpido, hasta mediados del siglo XVI, en que fué el arca sacada de allí.

Visité Motril, Velecillos, la Alpujarra; hallé donde quiera la quietud del sepulcro, la calma de la muerte.