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Maximiliano, al oír esto, estaba profundamente embebecido, mirando el retrato de Rufinita Torquemada. La veía y no la veía, y sólo confusamente y con vaguedades de pesadilla, se hacía cargo de la actitud de la señorita aquella, retratada sobre un fondo marino y figurando que estaba en una barca. Vuelto en , pensó en defenderse; pero no podía encontrar las armas, es decir, las palabras.

Caballero, tengo el honor de pedirle la mano de su sobrina la señorita Antonia de Valgenceuse. Y yo a mi vez, caballero contestó el doctor tengo el honor de invitarle a usted a la boda de mi sobrina, la señorita Antonia de Valgenceuse, con el conde Amaury de Leoville, la cual habrá de celebrarse a fines de este mes.

¿Cómo, señor, qué es lo que hacemos en este momento? ¿Es esto un contrato ó un testamento? ¿Olvida usted que la señora de Laroque vive, que su padre vive, que se casa, señor, pero que no hereda? ¡Un poco de paciencia; qué diablo! A estas palabras la señorita Margarita se levantó. Basta ya dijo; señor Laubepin, arroje usted al fuego ese contrato.

A tampoco me contraría, señorita, se lo aseguro a usted. Este chispeante diálogo, que parecía hacer las delicias de la candorosa institutriz, en aquellos lugares presente, fue interrumpido por la súbita y bulliciosa irrupción de dos o tres jóvenes amigas que invadieron el saloncito de Mariana.

Pasadas dos horas, mientras Raúl, algo sofocado, corre a casa de la señorita Fraicherose para anunciarle que tendrá la sortija al día siguiente por la mañana, debido sólo a que «las joyerías estaban cerradas», la señora Grelou regresa a su domicilio.

Por graves que hayan sido las faltas de la señorita Guichard hacia , no me considero como absolutamente desligado de los compromisos que con ella contraje. He prometido no obligarte jamás á separarte de ella; te dejo, pues, en libertad. Si quieres quedarte, nos quedamos. Si partimos, es preciso que sea por que hayas dicho: "¡Quiero partir!" ¡Oh! Mauricio, ¿qué exiges de mi?

¡Singular idea!... dijo fríamente Pierrepont . No, te equivocas; conozco a la señorita de Sardonne desde su niñez y le tengo cierto afecto... Eso es todo... Sabes, además, que mi fortuna es escasa y que ella nada tiene... un matrimonio entre los dos sería una locura. Puesto que ahí están las cosas, voy a hacerte una franca confidencia.

«Ayer me trajeron a la niña... ¡qué guapa y qué señorita está!...». ¿Pero no la tienes contigo? preguntó la de Rubín. No, señora. Si está en el colegio... replicó Severiana ; interna en el colegio de señoritas de doña Visitación. ... más vale que esté... allá... desapartada de .

Para no hacer las cosas á medias respondió he resuelto darle á usted una fiesta arreglada á su gusto: así, he ahí una bella mañana de verano, bosques y claros con todos los efectos de luz deseables; pájaros que cantan bajo el follaje, una barca misteriosa, que sobre las ondas se desliza... Usted que tanto ama esta especie de historias, deberá estar contento. Encantado, señorita.

Tenía mucha prisa en salir de aquel salón en que me ahogaba; pero no pude retirarme ante la actitud provocativa que afectaba el señor de Bevallan. A fe mía murmuró, que es cosa bastante particular. Fingí no oirlo. La señorita Margarita le dijo dos palabras bruscas en voz baja.