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Los cánticos por la resurrección del Salvador le traen de nuevo a la vida. Toda esta parte de la tragedia, mientras no aparece Mefistófeles, está como en más altas esferas. La aparición de Mefistófeles trae las cosas a una esfera más baja.

De los vivos, Pinedo, Sánchez, Melchor de León, Miguel Ramírez, Granados, Christóbal, Salvador, Olmedo, Cintor, Jerónimo López. De mujeres, Ana de Velasco, Mariana Páez, Mariana Vaca, Jerónima de Salcedo, difuntas.

Obras posteriores á ésta, y especialmente las de Ticknor y Rivadeneyra, dan más detalles sobre la vida y escritos de Calderón, y corrigen y amplían á nuestro historiador alemán. Sus restos se trasladaron en el año de 1841, de la iglesia de San Salvador, en donde estaban sepultados, á la de San Nicolás.

Y a pesar de ser tal que todo se veía negro, a Salvador le pareció que no había en ella bastantes tinieblas para ocultar lo que hacer pensaba. Pero todo fue inútil por falta de elementos.

Ello era, que sin saber por qué, Ana, nerviosa, vio aparecer a don Álvaro como un náufrago puede ver el buque salvador que viene a sacarle de un peñón aislado en el océano.

Los autos al nacimiento se representaban al aire libre en pequeños tablados, en las iglesias y sacristías, y, según parece, también en los teatros. Algunos están divididos en tres jornadas. Además de los autos indicados, compuestos para solemnizar el Sacramento del Altar ó el nacimiento del Salvador, los hay para diversas festividades, y relativos á ellas.

Salvador la observaba lleno de incertidumbre; y sólo pudo averiguar, al cabo, que de tarde en tarde la muchacha alzaba el vuelo de sus pestañas sedeñas hacia los ojos fulgurantes de Fernando....

Contra lo que Salvador esperaba y temía, Navarro se dejó llevar, y después de instalado en vivienda tan distinta del lóbrego y tristísimo hospital en que antes moraba, su exaltación se trocó en abatimiento y su aspereza en indiferencia, no exenta en algunos instantes de suavidad y aun de discretas y sosegadas razones.

Salvador observaba en la fisonomía de su hermano los estragos de la enfermedad. Estaba cadavérico. Sólo la mitad de su cuerpo se movía difícil y temblorosamente, y a veces la lengua no le obedecía bien y trituraba las palabras. dijo Salvador . Me dijeron que estabas muy solo, y he venido a hacerte compañía.

Esa diablura la han puesto los ingleses entre un pueblo que llaman Liverpool y otro que nombran Manchester. Dice D. Salvador que aquello es volar. ¡Volar! ¡Soberbia cosa!... exclamó Sola con entusiasmo . Decir «quiero ir a tal parte ahora mismo» y.... Y salirse uno con la suya. Pues, te dirá: no hay caballos.