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El tal Condesito, porque es un Condesito, me tiene enamorada. El me quiere bien, me adula; eso , es un adulador y un embustero de primera fuerza; pero yo, si bien reconozco sus traidoras lisonjas y sus embustes, me dejo cautivar por ellos. Así es que somos excelentes amigos. »Inesita está siempre en Babia, soñadora y distraída, aunque bien de salud.

»Rehuyendo vivir en la ciudad, resolvimos establecernos en la campiña, cuyo modo de vivir convendría a mi salud, a la sazón bastante quebrantada.

Me lisonjeaba la idea de que iban a cesar en aquella casa dificultades y miserias. Tal vez, en lo futuro, gozaríamos de vida más tranquila; y, a decir verdad, me halagaba ser el jefe de la casa. Con más dinero la enferma sería mejor atendida, la veríamos aliviada, y acaso recobraría la salud. A nadie comuniqué mis proyectos. Procuré, no sin esfuerzo, que me vieran alegre y contento.

Eso... un estímulo fuerte, algo que le ocupe la atención con... fuerza...; una actividad... grande... en fin, eso... que es extremosa por temperamento.... Ayer era mística, estaba enamorada del cielo; ahora come bien, se pasea al aire libre entre árboles y flores... y tiene el amor de la vida alegre, de la naturaleza, la manía de la salud.... Es verdad; no habla más que de la salud la pobrecita.

La adjunta representacion es de mi segundo, el teniente de navio D. Martin Boneo, quien hace presente á V. E. el estado de su salud, y pide el retiro de esta partida. En cuanto

Dos o tres veces fue D. Evaristo al siguiente día a enterarse de la salud de Fortunata; pero no la pudo ver. Dorotea le dijo que la señorita no quería ver a nadie, y que de tanto pensar que era honrada, le dolía horriblemente la cabeza.

Sólo que si ve usted a la señora de Ponce será con permiso de su madre, pues ella sabrá respetar sagradamente esta parte del convenio hecho hace ocho años. Su salud es muy delicada, y el cambio de aires y quietud del campo durante unos días le serán altamente beneficiosos.

-Escucha, que así dice -dijo don Quijote: Carta de don Quijote a Dulcinea del Toboso Soberana y alta señora: El ferido de punta de ausencia y el llagado de las telas del corazón, dulcísima Dulcinea del Toboso, te envía la salud que él no tiene.

Lo mismo que de don Sebastián, habían hablado los canónigos de todos los arzobispos anteriores, lo que no impedía que después de muertos fuesen unos santos. Cuando sorprendía al Tato repitiendo en las Claverías los chismes de abajo, le amenazaba con toda su autoridad de jefe de la familia. Esteban se entristecía viendo el estado de salud de su hermano.

Admirado quedó don Quijote de oír hablar a Roque tan buenas y concertadas razones, porque él se pensaba que, entre los de oficios semejantes de robar, matar y saltear no podía haber alguno que tuviese buen discurso, y respondióle: -Señor Roque, el principio de la salud está en conocer la enfermedad y en querer tomar el enfermo las medicinas que el médico le ordena: vuestra merced está enfermo, conoce su dolencia, y el cielo, o Dios, por mejor decir, que es nuestro médico, le aplicará medicinas que le sanen, las cuales suelen sanar poco a poco y no de repente y por milagro; y más, que los pecadores discretos están más cerca de enmendarse que los simples; y, pues vuestra merced ha mostrado en sus razones su prudencia, no hay sino tener buen ánimo y esperar mejoría de la enfermedad de su conciencia; y si vuestra merced quiere ahorrar camino y ponerse con facilidad en el de su salvación, véngase conmigo, que yo le enseñaré a ser caballero andante, donde se pasan tantos trabajos y desventuras que, tomándolas por penitencia, en dos paletas le pondrán en el cielo.