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Después de todo lo que hemos hablado dijo Jorge quién sabe la suerte que le espera en el mundo. ¡Ay, , quién sabe, quién sabe! ¡Que Dios te proteja, alma de mi alma!... En medio de la tragedia de los pueblos, los reyes continúan en perfecta salud. «Y esto es lo principal», como decían los cortesanos de Versalles en tiempos de Luis XIV.

Tal vez ella le hablaba de su salud, dejando por un momento de halagarlo en sus ilusiones, descubriéndole el peligro en que estaba su existencia; y el otro, con el ardor suicida de la pasión, imploraba lo mismo que un niño que ha puesto toda su felicidad en la conquista de un juguete: «¡Una vez; una vez nada masEstaba convencido de que así era en la realidad.

Rehusando obstinadamente la señora de Aubry á probarlo sola, la señora de Saint-Cast se había dejado persuadir que Dios quería que también ella bebiese un poco de vino de España con un bizcochito. No se brindó por la salud del general. Ayer por la mañana, la señora de Laroque y su hija, estrictamente vestidas de luto, montaron en carruaje: yo tomé un lugar á su lado.

Tan vehemente era su interés por la salud de la bestia, que hasta acariciaban la absurda esperanza de una extraña reacción, de un milagro que las permitiera tener el carruaje disponible para el día siguiente. Arrastradas por la rutina, hasta sentían tentaciones de rezar por el pobre animal.

Pepita, además, no disimula cosa mayor; y hace bien, porque sería el disimulo de Antequera... Desde que estás enfermo viene aquí Pepita dos veces al día, y otras dos o tres veces envía a Antoñona a saber de tu salud, y si no han entrado a verte, es porque yo me he opuesto para que no te alborotes.

Y con esto, Nuestro Señor a vuesa merced mucha salud, y a nosotras no nos desampare.

»A la hora presente se levanta sola, sin ayuda de nadie va al jardín y tampoco la necesita para volver a casa; yo casi tengo celos de su salud, porque gracias a ella ya no tiene que buscar el sostén de mi brazo, en el que antes se apoyaba.

Con un poco de dinero hubiera podido, quizás, reponerse del todo y, un genio en buena salud, es siempre cosa peligrosa. ¿Qué dirían los viejos escultores, cuyas manos se han encallecido modelando levitas de barro, guerreras, fajines, gabanes de pieles y otras prendas más o menos suntuarias? Y no hablemos de la juventud.

Era una joven bastante feíta y enfermiza; pero buena, afectuosa y con cincuenta mil duros de dote. Llamábase Carmen. A los tres o cuatro años de casados, ésta, viéndose cada vez más delicada de salud, perdió la esperanza de tener familia.

Comandante D. Pedro Andres García, se dijo: Que considerando la suprema ley, la salud del pueblo, y habiendo advertido, y aun tocado por si mismo, la efervescencia y acaloramiento de él con motivo de las ocurrencias de la metrópoli para que se varie el gobierno, que es á lo que aspira, cree de absoluta necesidad; el que así se realice, antes que tocar desgraciados estremos; como los que se persuade habria, si aun no se resolviese así en la disolucion de esta ilustre Junta.