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Ligeritas de ropa a pesar de la estación, revoloteaban alegremente por su cuarto, que ofrecía el desorden del despertar, en torno de las dos camitas de inmaculada blancura, que en sus arrugadas sábanas guardaban el calor de los cuerpos jóvenes y ese perfume de salud y de vida que exhalan las carnes sanas y virginales.

dijo Juanita; Carlos ha depositado en mis manos su fortuna. ¡Qué le resta, pues! replicó el anciano; lo que ha hecho Carlos está bien hecho. No quiero nada. Nada pido, sólo ruego al Cielo que devuelva a usted la salud.

Estás helado, pobre hijo mío me dijo, caliéntate, caliéntate. Esta pieza es fría; yo la prefiero sin embargo, porque al menos aquí se respira. ¿Y la salud de usted, padre mío? Así, así, ya lo ves. Y dejándome cerca de la chimenea, continuó á través de este inmenso salón, que estaba apenas iluminado por dos ó tres bujías, el paseo que al parecer había yo interrumpido.

12 Vuestras memorias serán comparadas a la ceniza, y vuestros cuerpos como cuerpos de lodo. 14 ¿Por qué quitaré yo mi carne con mis dientes, y pondré mi alma en mi palma? 16 Y él mismo me será salud, porque no entrará en su presencia el impío. 17 Oíd con atención mi razón, y mi denuncia con vuestros oídos. 18 He aquí ahora, si yo me apercibiere a juicio, que seré justificado.

6 Y dijo: Poco es que me seas siervo para despertar las tribus de Jacob, y para que restituyas los asolamientos de Israel; también te di por luz de los gentiles, para que seas mi salud hasta lo postrero de la tierra.

Te están contemplando los ojos curiosos, pero compasivos, de una mujer: no es la mano del pescador, no. ¿Qué quiere aquélla? Sólo veros, saludaros y que os contemple su hijo, dejándoos disfrutar de vuestro elemento natural, y deseándoos salud y prosperidades. A veces no hay necesidad de errar á mucha distancia: todo lo encontramos en un mismo sitio.

Gozaba también de una salud perfecta. Los únicos dolores que sentía eran en el costado izquierdo, después de reirse mucho. Valentina, bordadora también, y también rubia, no era tan hermosa. Sus ojos más pequeños, su cutis menos delicado, la nariz un poco remangada, más baja de estatura.

Hija, te pregunto por saber de él, si está con salud. Se defiende. La herida se le abre cuando menos lo piensa. Vaya por Dios... Dime otra cosa... Mándeme. Quiero saber si has recogido en tu casa a un caballero que le llaman Frasquito Ponte, y si le tienes aquí todavía, porque me dijeron que anoche se puso muy malo».

No sorprendió poco a Juliana el verla en buenas apariencias de salud, y además alegre, sereno el espíritu, y bien asentado en el cimiento de la conformidad con su suerte.

25 Y como fueron entre discordes, se fueron, diciendo Pablo esta palabra: Bien ha hablado el Espíritu Santo por el profeta Isaías a nuestros padres, 26 diciendo: Ve a este pueblo, y diles: De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no percibiréis; 28 Os sea pues notorio que a los gentiles es enviada esta salud de Dios; y ellos oirán.