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Ruego a Dios me las luces necesarias, al objeto de cumplir debidamente mis obligaciones con respecto a mis hijos. 9 de noviembre de 1805. Hemos venido a pasar unos días en el castillo de Monceau, propiedad de mi cuñado. M. de Lamartine, el ángel de la familia, y Mme. de Villars, nuestra Providencia, están con nosotros.

La abuela, que se reunió con nosotros en este momento, cambió con la de Ribert una mirada de inteligencia que me ruborizó... Por fortuna, la conversación tomó otro sesgo. ¡Dios mío, te lo ruego, haz que ni la abuela ni la de Ribert adivinen mi niñería! 10 de febrero. Francisca, extrañada porque no me encuentra en ninguna parte, ha venido a buscarme esta mañana.

No quiero zaherir aquí la vanidad de ninguno; pero ruego á la gente vanagloriosa que paren la consideracion en este lugar, y contemplen que suponiendo la estatura ordinaria de un hombre de cinco piés de rey, no hacemos mas bulto en la tierra que el que en una bola de diez piés de circunferencia hiciera un animal que tuviese un seiscientos mil avos de pulgada de alto.

Sabes, abuela, que no todo el mundo descubre la belleza moral... mientras que un lazo rosa... Niña mimada suspiró la abuela, no quieres comprender qué feliz sería yo viéndote casada con un buen marido y... ¡Oh! abuela querida supliqué, soy tan feliz a tu lado... No me eches de aquí, te lo ruego...

19 Oye, Señor. Perdona Señor. Está atento, Señor, y haz; no pongas dilación, por ti mismo, Dios mío; porque tu Nombre es llamado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo. 20 Aún estaba hablando, y orando, y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y derramaba mi ruego delante del SE

Ya lo creo que es demasiada obstinación la vuestra. No os irritéis, señor dijo Dorotea ; yo os lo ruego, yo os lo suplico. No hay que suplicar; no tienes que suplicar á nadie, hija mía; yo soy tu esclavo, y el duque de Lerma es esclavo mío. Ayer quisiste la prisión de don Juan, y fué preso; hoy quieres su libertad y hoy se verá libre, porque su excelencia y yo... nos entendemos.

Se echó a reír a carcajadas; pero sus labios temblaban, y su risa parecía el ladrido de un perro con frío. ; voy a dar orden de que cierren siempre las puertas. Le ruego a usted que me perdone; ha sido un descuido del personal. Para usted tal descuido acaso no tenga importancia, mientras que para podría tenerla muy grande. Pero le perdono a usted por esta vez.

El clérigo no contestó; pero en sus ojos brilló una chispa de malicia, que me indicó que sólo callaba por prudencia. Bien dije después de chupar tres o cuatro veces el cigarro en silencio. Pues lo único que le ruego, por ahora, es que no se moleste a la hermana.

17 Entonces Naamán dijo: Te ruego, pues, ¿no se dará a tu siervo la carga de un par de mulas de esta tierra? Porque de aquí adelante tu siervo no sacrificará holocausto ni sacrificio a otros dioses, sino al SE

11 Y cuando ella se las puso delante para que comiese, él trabó de ella, diciéndole: Ven, hermana mía acuéstate conmigo. 12 Ella entonces le respondió: No, hermano mío, no me hagas fuerza; porque no se hace así en Israel. No hagas tal locura. 13 Porque, ¿dónde iría yo con mi deshonra? Te ruego, pues, ahora que hables al rey, que no me negará a ti.