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Y yo de poseer todo eso de una manera tan extraordinaria como imprevista. ¡No nos lo imaginábamos! Ni lo soñábamos, Zuzie... Sabéis, señor cura, que ayer fue el cumpleaños de mi hermana... Pero primero, perdonad, señor... señor Juan, ¿no es así? , señorita, así es. ¡Pues bien, señor Juan, servidme un poco más de esta excelente sopa, os lo ruego!

-Todo lo confieso, juzgo y siento como vos lo creéis, juzgáis y sentís -respondió el derrengado caballero-. Dejadme levantar, os ruego, si es que lo permite el golpe de mi caída, que asaz maltrecho me tiene.

Martín, un poco cortado, menea dulcemente la cabeza. Mi despacho balbucea al fin. Y como Juan da un paso para abrir la puerta, lo detiene por el faldón de la chaqueta. Te ruego refunfuña que no franquees ese umbral; ni hoy, ni nunca... tengo mis razones.

Porque no quiero... No me hables de eso, abuela, te lo ruego. ¿Cómo quieres que haya encontrado a un joven que no he visto? Si ... No, no, que no se me hable de matrimonio... Por el momento pertenezco a las solteronas... Abuela proseguí tiernamente, no puedes querer que me case con un caballero porque es moreno, porque va al rosario y porque está al lado de la señorita de Sarcicourt...

Venga, le ruego, María Teresa, me contrariaría mucho que usted faltase a este estreno. Me cuesta mucho rehusar, puesto que ha sido por por quien usted ha tomado el palco... En fin, puesto que desea tanto mi presencia, tenga prevenida a mi tía; pero no prometo ir, sino en el caso de que mi padre no se empeore.

19 Ruego, pues, que el rey mi señor oiga ahora las palabras de su siervo. Si el SE

Parecía tan consternado como ese personaje de los cuentos de hadas, que ve sus diamantes trocados en avellanas. Me levanté algo avergonzada, pues le había engañado abominablemente. ¡Oh, Reina!... comenzó. Mi querido cura exclamé yo estrechando a Peveril del Pic contra mi corazón, ¡dejadme continuar, os lo ruego, os lo suplico! Reina, mi Reinita, nunca hubiera creído eso en ti.

17 Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los llamados: Venid, que ya está todo aparejado. 18 Y comenzaron todos a una a excusarse. El primero le dijo: He comprado una hacienda, y necesito salir y verla; te ruego que me des por excusado.

Otra página blanca interrumpía de nuevo el diario bruscamente; y en la que seguía no había más que este escrito: «¡Padre, padre mío, vive! ¡Vive para !...» Y nada más.. A Ferpierre le parecía oír el grito del desesperado ruego que desde la cabecera del padre agonizante, exhalaba el pecho de la hija amorosa.

3 Y se fue David de allí a Mizpa de Moab, y dijo al rey de Moab: Yo te ruego que mi padre y mi madre estén con vosotros, hasta que sepa lo que Dios hará de . 4 Los trajo, pues, a la presencia del rey de Moab, y habitaron con él todo el tiempo que David estuvo en la fortaleza. Y David se partió, y vino al bosque de Haret.