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Estando una vez preso por haber practicado un robo en la fábrica de baldosas "La Fe", y respondiendo a alguien que le preguntó si era cierto lo del almacén, dijo: ¿Cómo no?... ¡Si yo vi que los gringos se hacían los dormidos y me aproveché!

No hay memoria de intento de robo en esta casa; pero ya que había caja con secreto y algo que guardar en ella...

El haberle quitado el novio, ¿significaba para ella la simple humillación del orgullo femenino, herida hecha en la vanidad, que escuece pero se cura, o sería tal vez el robo de sus ilusiones y la muerte de sus esperanzas?

En el primer momento, doña Cristina experimentó una sensación desconocida; un deseo de protestar, como si fuese objeto de un robo. Sintió por Sánchez Morueta un interés más grande que en los primeros tiempos de su matrimonio. La mujer despertaba en ella irritada por la infidelidad. Tal vez iba á conocer el amor á impulsos de la cólera.

Ha dicho un discreto, que en literatura, no sólo se disculpa, sino que se glorifica el robo cuando le sigue el asesinato. Shakspeare sabía esta máxima, y no dejó de asesinar a cuantos robó. De los autores robados nadie se acordaría si no hubieran sido robados.

Deseo ver al señor Paston, el pastor; quizá se haya descubierto algún indicio que haya permitido reconocer que yo era inocente del robo. El señor Paston era un hombre que tenía muchas luces. Quiero conversarle también de la costumbre de «echar a la suerte». También me gustaría hablar de la religión de aquí, porque me inclino a creer que no la conoce. Eppie se puso muy contenta.

Toda mujer percibe instintivamente que la promiscuidad no es un crimen natural como el robo o el asesinato, sino artificial inventado por el egoísmo de los hombres. Si no falta a su marido será porque teme a las consecuencias, no porque le aterre el pecado.

Cuando el robo no puede hacerse con violencia, se recurre a sobornar un dependiente que deje la puerta abierta, o se coloca en la casa una persona que lo haga, y que pasará en ella el tiempo necesario para acreditarse y alejar sospechas.

Estaba otra vez un gaucho respondiendo a los cargos que se le hacían por un robo; Facundo le interrumpe diciendo: «Ya este pícaro está mintiendo; ¡a ver... cien azotes...!» Cuando el reo hubo salido, Quiroga dijo a alguno que se hallaba presente: «Vea, patrón; cuando un gaucho al hablar esté haciendo marcas con el pie, es señal que está mintiendoCon los azotes, el gaucho contó la historia como debía de ser, esto es, que se había robado una yunta de bueyes.

La biblioteca del duque de Osuna conserva también manuscritos de Calderón: los entremeses de El sacristán mujer, de La rabia, de El robo de las Sabinas, y las mojigangas de Las visiones de la muerte y la de Los guisados.