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Eran hombres ocupados en algo más importante que balbucear deseos al paso de una hembra. La vida les había impuesto una obligación y la cumplían severamente, sin conocer arrepentimientos ni vergüenzas. El trabajo disciplinado por la responsabilidad se le apareció como la función más noble y envidiable.

Y prestó dinero á Barret, con el insignificante detalle de exigirle una firma los negocios son negocios al pie de cierto papel en el que se hablaba de interés, de acumulación de réditos, de responsabilidad de la deuda, mencionando para esto último los muebles, las herramientas, todo cuanto poseía el labrador en su barraca, incluso los animales del corral.

Y si tenía la tal inclinaciones honradas, y buen síntoma de honradez era el ser tan económica, ¿quién cargaba con la responsabilidad de atajarla en el camino de la reforma? Doña Lupe empezó a llenarse de escrúpulos.

Los ánimos estaban muy excitados, pero el Gobierno Filipino, que había asumido la responsabilidad de los actos de su pueblo, con prudentes órdenes continuadamente repetidas procuraba conservar la paz, aconsejando á todos los atropellados, paciencia y cordura hasta la llegada de la Comisión civil.

Todo eso está muy bueno; pero ¿qué quieres? yo no me resigno a que te vayas así y a que cargues con esa responsabilidad. ¿Que me vaya cómo? Pero dime, Melchor, ¿cuánto tiempo vas a faltar de aquí? dijo la señora quitándose los anteojos con que cosía. Dos o tres meses. ¡Qué! Eso no lo sabes y aunque así fuera, también tienes obligaciones a que «antes» no habrías faltado. ¡Si no voy a faltar!

Aludían al desierto de indiferencia en que se mueven así el gobernante como el sacerdote, a la sobriedad que practican o deben practicar, a la pesada carga que conducen a hombros, y, finalmente, la joroba simbolizaba la responsabilidad que llevan adherida a la propia espina dorsal, y que en el gobernante es doble, para con Dios y para con los hombres, y en el sacerdote sencilla, sólo para con Dios.

El Falkenstein es lo único que nos queda, y sólo somos trescientos hombres. Ahora se trata de saber si estamos decididos a llegar hasta el fin. En cuanto a , ya os lo he dicho: me pesa cargar con una responsabilidad tan grande.

¿Es usted doña María? me dijo con los ojos extraviados y la faz descompuesta ¿es usted doña María que toma forma varonil para ponérseme delante? Sólo a ella debo dar cuentas de mis acciones. Yo soy quien soy. Por lo demás, si parte de la responsabilidad corresponde a la madre de la víctima, eso no aminora la culpa de usted... Pero no es una sola víctima; las víctimas somos varias.

Esta vez no hizo pesar la responsabilidad sobre su china. Lloró junto á ella, y como si pretendiese consolarla con una confesión pública, dijo repetidas veces: Por mis pecados... Todo ha sido por mis grandísimos pecados. Empezó para Desnoyers una época de dificultades y conflictos.

El ruido de los pasos rápidos del asesino, al escapar por la sombría avenida en dirección al camino, sacome del desaliento en que estaba y me produjo una viva sensación de mi responsabilidad en presencia de aquello, y en el acto me quité el sobretodo y el saco, parándome después a mirar lleno de ansiedad la negra obscuridad de debajo del puente.