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El mismo D. Pantaleón resolvió que la boda se celebrase con un día de campo en los Viveros, como era uso y costumbre entre el elemento distinguido del comercio de Madrid. Fue en el primer domingo de Agosto.

Al cabo logró dominarse y resolvió en su interior vigilar a su hermana y saber de cierto si eran quimeras o realidades lo que pensaba. Al efecto, no perdió de vista a Pachín. Observó que el día mismo que Gonzalo había de dormir en Sarrió, fué a este punto con una comisión de Ventura, aunque él no era el encargado de hacer la compra. Cuando llegó quiso ver lo que traía.

Como este año no tuvimos cordonazo de San Francisco..., ya se ve, el equinoccio no quiere pasar sin esto.... ¿Subimos? No resolvió Nucha, empeñada en combatir sus propios terrores .

En dicho navío, y como presidente de una misión de Jesuítas, venía el devoto Padre Diego Luís de San Vítores, el cual, viendo el estado de los naturales, resolvió trabajar para establecer una misión en aquellas apartadas regiones.

Después de proclamar oficialmente en la casa el noviazgo y recibir los parabienes de estilo, Vázquez tomó una discreta y delicada resolución... Resolvió irse esa noche a Buenos-Aires, por una semana, para evitar su encuentro con el capitán Pérez. A su vuelta, despachado el capitán, arreglaríase el casamiento para fin de año.

Á pesar de eso todos convinieron en que con su rusticidad á cuestas se quedarían de buen grado con ella. Después de largo vacilar Demetria se resolvió al cabo. Se dirigió á uno de los criados que había en la antesala y le dijo: Deme usted el abrigo. ¿Va á salir la señorita? ; voy á casa. Pepe volvió á decir el criado dirigiéndose á otro, enciende un farol y acompaña á la señorita.

Y como Quinito fuese reprobado en los últimos exámenes, el señor consejero Vaz Netto resolvió que en vista de que se mostraba tan desaplicado y con tan poco amor a las letras, lo mejor era no insistir en los estudios del Instituto y entrar inmediatamente en el destino... Sin embargo añadió la buena señora cuando me honró con estas confidencias, me agradaría que Quinito terminase los estudios.

La frase acá estamos todos tuvo origen, según el vulgo, en un cuentecillo relatado mil veces por las abuelas a sus nietezuelos: «Un duende hacía tantas diabluras en una casa, escondiendo mil cosillas, y rompiendo otras mil, que el inquilino, por huir de él, se resolvió a mudarse a otro barrio.

Aleccionada por su propia vida, Cristela resolvió elegir su nuera por el alma y no por el rostro. Lo malo es que el príncipe no lo deseaba así. Con la imprudencia de su juventud, gustaba de las mujeres bonitas, sin importársele un comino de las bellezas del alma. Pero Cristela era mujer enérgica y hábil, si la hubo.

Al cabo, aburrido de tanta perplejidad, resolvió dejarlo en la cuadra bien cerca de la puerta para poder tomarlo al instante cuando le pluguiese. Antes de salir le dió pienso. Lucero quedó maravillado de la enorme cantidad de cebada que le echó en el pesebre. ¡Este chico se va á arruinar! Con tanta cebada había para seis veces.