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Las mujeres paren también sobre la ceniza: concluído el parto se bañan y vuelven á acostarse sobre ella y á cuidar de su hijo, el que cuando marchan lo llevan pendiente del cuello ó á la espalda, sostenido por un lienzo atado, ó por una corteza de árbol apoyada en la nuca. No se les conoce religión alguna. Comen puercos de monte, venados y raíces alimenticias; pero nunca lo verifica uno solo.

Al esponer los varios sistemas filosóficos sobre el orígen de las ideas y el problema del universo, se me ofrecerán nuevas ocasiones de vindicar al sabio y piadoso autor de la Investigacion de la verdad; pero no he querido dejar la presente, sin hacerle la debida justicia defendiéndole de esas imputaciones que él, si viviese, rechazaria con horror como intolerables calumnias. ¡Quién se lo dijera al escribir aquellas páginas donde á cada paso se encuentran Dios, el espíritu, la religion cristiana, la verdad eterna, el pecado original, con numerosos textos de la Sagrada Escritura y de san Agustin, que andando el tiempo habia de verse al lado de Espinosa, bien que con el absurdo epiteto de Espinosa cristiano!

Entre los médicos insignes que profesaban la religion judáica fué mui celebrado en el siglo XVI Juan Rodrigo, natural de Castel Blanco, el cual temeroso de la Inquisicion huyó á tierra de libertad, donde publicó muchas con el nombre unas veces de Amato Lusitano i otras de Juan Rodriguez de Castel Blanco.

Se lo he dicho todo; pero Doña Blanca ha contestado que, si bien te cree un hombre sin religión, todavía te tiene por caballero, y que no teme de esas villanas é infames acciones con que en tu rabia la amenazas.

Es tenaz, leal y valeroso por orgullo, como es intolerante en religión y preocupaciones de raza y dinastía, pródigo, obsequioso, apostador, reservado, bebedor y todo lo demás por orgullo.

Iriondo no tenía la certeza de ello pero lo presentía. Era un suceso que llevaba preocupada á toda la familia durante la semana. La esposa quería verle atravesar Bilbao, con la cabeza descubierta, en las filas de los devotos. ¡Qué triunfo para la religión!

Ahora el catolicismo ya no era más que una palabra: la verdadera religión era el jesuitismo. El Papa que bendice seguía en el Vaticano; pero el Papa que decreta y disciplina las conciencias, era el General, oculto en el Jesu de Roma. Esto á en nada me interesa acabó diciendo Aresti. Yo vivo fuera del gremio, y lo mismo me importa que lo dirija este que el otro.

El creyente de una religión puede creerla toda entera, pero sólo podrá entender la parte correspondiente a sus entendederas, y sólo ésta entrará a ser componente substancial de su espíritu, y se traducirá en sus acciones, quedando lo demás en calidad de simple inquilino verbal, en palabras recitables, pero irrealizables.

Ya Monseñor Van Weddingen, en sus Elementos razonados de la Religión, se expresa de esta suerte. «La fe y la ciencia de acuerdo podrían aceptar un transformismo en el cual quedasen a salvo la noción de la causa creadora y la del alma espiritual y libreDe aquí se infiere que hasta el católico más ortodoxo puede ser darwinista, apoyándose en textos y sentencias de San Agustín, de Santo Tomás de Aquino y de otros Doctores y Padres de la Iglesia, según lo demuestra, o procura demostrarlo, el egregio poeta y filósofo italiano Antonio Fogazzaro en un reciente y muy interesante libro titulado Ascensiones humanas.

Ha sido quizás una debilidad, pero en el momento solemne en que usted se encuentra, he creído, puesto que usted se niega a aceptar los consuelos de la religión, que por lo menos los de la amistad le ayudarían a hacer más soportable su situación.