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Ese pudor no era, quizá, sino pudor virginal pudo muy bien pasar por tal, aunque su esplendor haya hecho nacer una llama más impetuosa todavía en el seno de aquel que, ¡pobre de él! te vio en tu día nupcial, cuando tu frente se cubría de ese rubor invencible, a pesar de que estuvieras rodeada de dicha y que el mundo no fuera sino amor ante ti!

Afortunadamente están cerradas todas las puertas... pero eres demasiado violenta, Catalina, y gritas... no grites... ya que te has atrevido, ya que te atreves á presentarte sin pudor á tu padre... ¡Sin pudor! ¿creéis que porque yo amo á Quevedo he perdido el pudor? ¿y me decís eso cuando me habéis casado con don Fernando de Castro? Es un igual tuyo...

Entonces la encargada de vestir y desnudar cómicas, según los casos, no pudo reprimir una exclamación de sorpresa y, haciendo ademán de santiguarse, dijo: ¡Bendito sea Dios! ¡Ay, señorita; mujeres hermosas tengo vistas, pero como usted, ninguna! Cristeta se sintió halagada y su pudor murió a manos de su vanidad.

Pero en alguna parte se conservan los sentimientos de honradez y pudor. Haga usted cuenta, niña, que ha dejado un mundo de cieno para entrar en otro más perfecto. Dios ha iluminado á su buen protector para que la ponga entre nosotras, que la libraremos de la influencia infernal de las ideas del día.

El sentimiento que nosotros tenemos del honor, por ejemplo, es en ellas el pudor y la fidelidad a la fe jurada. Puede ser, amigo mío, puede ser... Pero esa transformación gana, acaso, cuando es fortificada por lo que llamamos las antiguas supersticiones, muy bien apropiadas, en suma, para la imaginación viva y sensible de las mujeres.

Solo casi siempre el pobre niño escapábase a las caballerizas, donde pasaba la mayor parte del día entre lacayos y mozos de cuadra, escuchando conversaciones que al principio le hacían enrojecer y acabaron por hacerle reír, a medida que se le iba encalleciendo el pudor, especie de epidermis delicadísima que preserva la pureza del alma.

Duerme, mas no por siempre inanimado. El sueño por mis manos derramado, Angel de castidad; Como la flor que en noches del estío Se adormece con gotas de rocío, Y se despierta al ver la claridad. Reclínate en el ala misteriosa Del imantado sueño, niña hermosa, Para soñar de amor; Que la mujer que sueña es como el ave, Que oculta su cabeza en ala suave Blanca como los velos del pudor.

¿Qué tiene? ¿Qué pide? preguntaba con voz de angustia, como implorando luces y auxilio y fortaleza en el preguntar; mientras, a tientas, buscaba debajo del colchón los calcetines. Eufemia se encogió de hombros, y, acordándose del pudor, salió de la alcoba para que se vistiera el señorito.

Estaba seguro de haberse mostrado brutal y ridículo. El, que con tanta facilidad realizaba el gesto de amor en sus viajes, experimentando muchas veces una comezón de repugnancia ni pensar en sus copartícipes, se rebeló con un pudor irritado ante los avances de la duquesa. ¡No; con ella, nunca! Despertó en su interior la misma antipatía que le había hecho levantar el látigo siendo adolescente.

Las gentes de la costa hablaban de un transporte que había sido torpedeado viniendo de Argel... Y revueltos con los hombres se iban encontrando cadáveres de mujeres desfiguradas por la hinchazón, hasta el punto de que sólo por algunos detalles era posible adivinar su edad: madres que tenían arqueados sus brazos como si guardasen con un último esfuerzo el hijo desaparecido; muchachas cuyo pudor virginal había sido violado por el mar, mostrando sus piernas desnudas, tumefactas, verdosas, con profundos mordiscos de peces carniceros.