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ARTURO DIMMESDALE partió el primero, adelantándose á Ester y á Perla, y ya á cierta distancia dirigió una mirada hacia atrás, como si esperara descubrir tan sólo algunos rasgos débiles ó los contornos de la madre y de la niña desvaneciéndose lentamente en la semiobscuridad de la selva. Acontecimiento de tal importancia en su existencia, no podía concebir que fuese real.

Las anacreónticas ó yámbicos de siete sílabas, ligados por la asonancia, como, por ejemplo, en el acto primero de la Gran Zenobia, de Calderón.

Algo de esto ha hecho, para vergüenza nuestra, un escritor francés, Pablo Rousselot, en libro que titula Los místicos españoles, donde, si deja mucho que desear, aún nos da más que agradecer, ya que ha sido el primero en tratar el asunto como filósofo, moviendo a algunos españoles, a par que a impugnarle y completarle, a imitarle y a seguir sus huellas.

Pero se dice: «No es respetable el interés moralYo no diré que lo sea; ¡pero las aparencias tan siquiera, señores; las aparencias! Yo soy cristiano, tan cristiano como el que más... Rumores. , señores, tan cristiano como el que más; pero más liberal que el primero que se presente.

Por la tarde el doctor tomó en su casa dos frascos, uno de cabida como para treinta gramos, y otro muy pequeño: llenolos ambos de agua clara, y, sin añadir nada al primero y mayor, vertió en el segundo una materia inofensiva, que dio al agua transparente un color amarillo tan brillante, que puesto el vidrio al trasluz, parecía contener oro líquido.

Es mi felicidad, y al mismo tiempo mi tormento. Perla es quien me sostiene viva en este mundo. Perla también me castiga. ¿No véis que ella es la letra escarlata, capaz solamente de ser amada y dotada de un poder infinito de retribución por mi falta? No me la quitaréis: primero moriré.

Se engañó á la madre primero, se le pidió perdón después. La pobre mujer experimentó un vivo disgusto, tanto más cuanto que Velázquez no se apresuraba á borrar la afrenta con la bendición del cura.

El desenlace consiste en que Margarita sacrifica su amor á la amistad, y, con arreglo á los deseos de su padre, da su mano al Conde, venciendo el Duque y el Conde sus pasiones, noble y esforzadamente, y consintiendo que Serafina contraiga matrimonio con César, su primero y preferido amor. El secreto á voces.

Don Simón consiguió muy fácilmente ser, no de los primeros, sino el primero entre los primeros suscriptores, porque el empréstito tuvo pocos golosos. Pero el Ministro no le concedió el ofrecido premio.

Dejamos el bote atado a un árbol de la orilla, y escondiéndonos entre las peñas con grandes precauciones, subimos el cerro, hasta llegar al castillo arruinado. No nos habíamos topado con nadie. Por lo que dijo Allen, teníamos que encontrar entre aquellas paredes un muro en donde estuviera esculpido un elefante. El primero que lo vio fui yo. Ahí está grité.