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He examinado su hoja de servicios, y se lo he hecho presente al Rey, el cual ha tenido a bien conceder a usted el mando del primer regimiento del ejército, del de la Reina... Y como tengo entendido que no es usted rico, le ruego acepte la presente libranza para montar su equipaje con el decoro que corresponde a su nuevo destino.

Dejando á un lado estas apreciaciones, para no alejarnos de nuestro objetivo, vamos á hacer un breve paralelo de la situación política de entonces con la del presente, para ver si lo que en aquel tiempo no ha sido posible, lo será ahora, ó viceversa.

Así el mañana será ciertamente mejor que el presente; y nosotros habremos sido dignos herederos de nuestros causantes si vivimos considerando el estado actual de cosas no como algo definitivo, que debe satisfacernos, sino como algo transitorio que tenemos necesidad de mejorar.

¿Qué milagro hay hasta ahora? Que don Rodrigo Calderón no vea más que un hombre, cuando tiene delante un enemigo. Don Rodrigo es valiente... Pero más valido. Y en cuanto á valor no niego que es mucho el valimiento del tal, como que de todo se vale para valerse: ¡válame Dios con tu cuento! Pero cuenta, hijo, y ten presente de no mentir. ¿Qué hubo al cabo?

Tengamos presente que se hace con tal rapidez, y á la vez con tanta claridad, que no parece absurdo suponer que algo de superfluo en su lectura podía transformarse, declamado, en verdadera belleza de locución.

7 En aquel tiempo será traído presente al SE

Su definitivo rompimiento con Muñoz, las Aliaga, Julio Lagos, y aquel inesperado diálogo interrumpido por Laura... Quiso arrancarse a esta gran inquietud del presente y penetrar en el recuerdo de los años de su infancia. Pero la sintió lejos, inconmensurablemente lejos.

Y vosotros, mes enfants, tened presente el consejo de un arquero veterano y que sabe su oficio: al tender el arco, la mano derecha pegada al cuerpo, para tirar de la cuerda no sólo con la fuerza del brazo, sino con ayuda del costado y muslo derechos.

Y volvió a perderse en un mar de pormenores acerca de su novia. Yo los escuché en realidad con poquísimo interés, en apariencia con mucho, porque me lisonjeó la protección con que me había brindado, aunque no sabía a punto fijo en qué pudiera consistir. Esta noche probablemente la veré en casa de las de Anguita... Hombre, y a propósito, ¿quiere usted que le presente?

Nos acercábamos al momento de partir y yo no acababa de decidirme. París me inspiraba más miedo que nunca. Magdalena iría también, podría verla, pero, ¿a qué precio? Estando ella presente no corría riesgo de desfallecer, al menos de no caer tan abajo; mas a trueque de un peligro menos cuántos otros surgirían.