United States or Tonga ? Vote for the TOP Country of the Week !


Clementina no simpatizaba mucho con los hombres de ciencia, pero le infundían cierto vago respeto mezclado de temor, como seres extraños a quienes una parte del mundo concede superioridad. ¿Es usted naturalista? le preguntó después. Estudio para serlo. Mi padre lo ha sido....

¿Su compañera acudió después? preguntó el juez, tratando de dar a su voz un tono de cansancio y casi de fastidio para ocultar la importancia de la pregunta. Acudió conmigo.

Bien puedes también, hermana dijo el general , regañar al loco de Rafael, por haber respondido a ese Monsieur le Baron, a una pregunta por el mismo estilo, acerca de la Cruz de los Ladrones, junto a la Cartuja, que se llamaba así porque a ella iban a rezar los ladrones, para que Dios favoreciese sus empresas. ¿Y el barón se lo ha creído? preguntó la marquesa.

Quería saber qué era de su sobrina Sagrario y lo que había ocurrido en casa de su hermano. Usted que es tan buena, tía, usted me lo dirá. Todos parece que teman hablar de eso. Hasta mi sobrino el Tato, que es tan parlanchín y despelleja a todos los de las Claverías, calla cuando le pregunto algo. ¿Qué ocurrió, tía...? Se ensombreció el rostro de la vieja.

Cuando entré en mi cuarto, mi madre, aun despierta, me preguntó desde la cama: ¿Te ha ocurrido algo? No, nada. ¿Te has mojado? No. ¿Pasa algo importante? No; mañana te to diré. Guardé en el cajón de la mesa, bajo llave, la carta que me había dado mi tío para Machín; luego me acosté; pero por más que quise dormir, no pude conseguirlo.

¿Pero qué jerga es esa? ¿Qué demonios tiene eso que ver con lo que te pregunto? Usted no cae en la cuenta contestó el socarrón del abate, porque no sabe que esas dos señoras viven en la misma buhardilla en que hace diez años vivió la hija del herrero, Josefita Pandero, de quien anduvo tan enamorado el conde de Valdés de la Plata: es decir, en el número 6 de la calle de Belén.

Te ruego le dijo que nos dejes solos. El marqués dudó un momento indicándole con la mano a Beatriz tendida e inerte sobre el banco. ¿Me crees capaz le preguntó el pintor de maltratar a una mujer, aun cuando sea tan indigna como ésa?

Una... o dos, o tres... El bello mancebo guardó silencio. Al cabo de un momento le preguntó: ¿ le conoces? Yo no, ¿y ? No le he visto nunca: sólo que se llama Cosme, y que es barbero. Alejáronse en silencio de la calle y en silencio llegaron hasta casa de Belinchón. A perro puesto se limitó a contestar el indomable Piscis.

¿Cómo, cómo? preguntó asustado el clérigo. Pues muy sencillo; ayudando a que se eleve el precio de la mercancía. Recuerde el ejemplo de Carmen la zapatillera...

Pero ¿dónde estaban esas cartas? preguntó Currita impaciente, abriendo uno a uno los lindos cajoncitos. Aquí abajo contestó don Pablo. Y apretando un resorte de bronce, hizo saltar otro cajoncito oculto, que dejó escapar, al abrirse, un suave olor de violetas secas.