United States or Cameroon ? Vote for the TOP Country of the Week !


Federico, hermano del Duque, amaba antes á la Princesa, que lo abandonó después por Julián. Este, á los pocos días de celebrar su enlace con la Princesa, observa que el antiguo amante de aquélla no cesa en sus pretensiones amorosas, habla con él y lo desafía.

Parece que se ha enredado en esas malezas. Pronto va á desembarazarse, no lo dude usted. A los pocos momentos no sólo fué preciso dudar, sino desesperar. La red de bejucos en que había caído el desgraciado terranova como en una trampa, nacía directamente de un ensanche del pasaje que vertía incesantemente sobre la cabeza de Mervyn, una masa de agua espumante.

Pero ostensiblemente pocos se alegraban de lo ocurrido. ¡Era un escándalo! ¡Un adulterio descubierto! ¡Un duelo! ¡Un marido, un ex-regente de Audiencia muerto de un pistoletazo en la vejiga! En Vetusta, ni aun en los días de revolución había habido tiros. No había costado a nadie un cartucho la conquista de los derechos inalienables del hombre.

La regeneración no llegaba a España por el Norte, con las hordas de bárbaros, se presentaba por la parte meridional, con los árabes invasores. Al principio eran muy pocos, y sin embargo, bastaban para vencer a Ruderico y sus corrompidos próceres.

Ningún desabrimiento quedaba jamás después de ellas, ni había memoria de que hubiesen originado cuestión personal alguna. ¿Cómo podía haberla cuando todos habían convenido tácitamente en aceptar sin enojarse los graciosos epítetos de que hemos hecho mención? El carácter local de los temas, era perfecto. La política tenía en Sarrió muy pocos cultivadores.

Pues yo perfectamente lo que siento y lo que no siento. ¡Oh! no, señorita; permítame usted que le diga que no lo puede saber. ¡Hombre, tiene gracia! ¿No he de saber yo lo que siento?... Pues entonces lo sabrá usted... Quizá lo sepa mejor. La observación de mismo, según todos los filósofos y moralistas, es más difícil que la de los demás, y son pocos los que logran conocerse bien.

Shurman, Presidente de la Comisión, no pudiera salir de Manila, limitándose sólo á oír á los pocos filipinos que, reducidos por las razones del oro, eran partidarios de los imperialistas.

Un día de Noviembre, de los pocos buenos del Veranillo de San Martín, se emprendió la última excursión, por aquel año, al Vivero. La alegría era extremada, nerviosa.

Pero, lejos de ser un personaje siniestro, don Recaredo era todo lo contrario: afable, hospitalario y benévolo como pocos.

Sin detenerse un instante mandó embarcar los pocos soldados que llevaba, y á las dos de la mañana llegó á acabar de pasar aquel rio caudaloso, é inmediatamente fué en busca de los enemigos, que favorecidos de la obscuridad de la noche, se habian retirado á mayor distancia.