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Sus calles principales son la Rua Dereta y la Rua d'Ouvidor: la primera de estas es ancha y despejada; en el centro está el edificio de la Bolsa: es calle muy concurrida y de bastante animacion; tiene buenos comercios y cafés, empieza en la plaza de Palacio y termina cerca de una iglesia cuyo nombre he olvidado.

Las noches en que había música en la plaza de Mina, salía con su amante á escucharla. Por las tardes también quería éste sacarla á paseo, pero rara vez aceptaba. Los quehaceres la retenían. Deseaba aquél tomar una criada para aliviarlos; pero ella se opuso siempre con tenaz resolución.

En mis tiempos de agitador político, allá por el año 1902, los republicanos de Mallorca me invitaron a un mitin de propaganda de nuestras doctrinas que se celebró en la plaza de Toros de Palma. Después de esta reunión popular, los otros diputados republicanos que habían hablado en ella se volvieron a la Península.

En el fondo del bar-room, un inmenso mostrador, cubierto de todo lo que un buen gastrónomo puede apetecer para hacer un lunch delicado y suculento. Entráis allí como en una plaza pública, leéis los diarios, los telegramas, escribís vuestra correspondencia, y si os sentís con apetito, elegís lo que se os antoje, que os es servido inmediatamente con toda civilidad.

Sonó su voz en el silencio de la plaza, llegando hasta los últimos bancos, y un estallido de admiración lo contestó... «¡Fuera too er mundo!...» ¡Había dicho fuera todo el mundo!... ¡Qué hombre! Llegó completamente solo junto a la fiera, e instantáneamente se hizo otra vez el silencio.

Apodábanle el Lobato, y era un rudo jinete que pasaba en pleno campo la mayor parte del año, entrando en Madrid como un salvaje, sin curiosidad por ver sus calles ni querer pasar más allá de los alrededores de la plaza. Para él, la capital de España era un circo con desmontes y terrenos yermos a su alrededor, y más allá un caserío misterioso que jamás había sentido deseos de conocer.

De pronto se echó hacia atrás, confusa y avergonzada... Un elegante jinete acababa de desembocar en la plaza, y al sorprender a la joven sonriendo a su ensueño, se detuvo y, maquinalmente, se quitó el sombrero. Julieta cerró vivamente la ventana y se apresuró a dedicarse a los cuidados de la casa.

El reloj de la torre de San Lorenzo fué también colocado á fines del siglo XVI y el que actualmente existe se puso en 1853 siendo construído por José Manuel Zugasti en Bilbao, que hizo además el de la torre de la plaza del Altozano.

Alferez de fragata, D. Martin Thompson, Capitan de este puerto; el Sr. Capitan graduado, D. Gregorio Belgrano, Ayudante mayor de esta plaza; el Sr. Teniente Coronel urbano, D. Fernando Diaz, Capitan de granaderos del batallon número 4; el Sr. D. Ambrosio Lezica, de este comercio; el Sr. D. Estevan Fernandez, Capitan de Blandenguez de esta frontera; el Sr.

, Wittmann; los días son cortos, y los caminos, a través de los bosques, difíciles después de las seis; tengo que llegar a buena hora. Entonces, buen viaje, maestro Juan Claudio. Hullin salió y atravesó la plaza apartando la vista del convoy, que estaba aún parado a la puerta de la iglesia.