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También se puede hacerle un guiso de salsa blanca que se sirve en la salsera aparte y la anguila en otro plato. El zumo de limón es casi indispensable para este plato.

Un plato es de carne y otro de pescado. La carne está dura, muy dura; el pescado tiene salsa blanca, muy blanca; el vino es amargo, muy amargo.

¿Pero estáis loco?... tengo que deciros graves cosas... ¿no me conocéis, tío? ¡La reina!... ¡la reina!... ¡dejadme, don Francisco!... ¡aquel paje!... ¡es el amante de la Inés!... ¡el pañuelo encarnado está en la ventana!... ¡Ah! exclamó Quevedo con una expresión terrible por su horror ¡un paje!... ¡un plato!... ¡el pañuelo!... Y soltó al bufón, que se lanzó á la puerta de la antecámara.

Evitó los ojos de la señora, como un reo convicto, y miró al señor con el mismo aire desolado que empleaba para anunciar el agotamiento de un plato puesto en la lista. Sus gestos de muda protección intentaban consolar á Ferragut de su fracaso. «¡Paciencia y tenacidad!... Victorias más difíciles había visto él en su clientela

Fortunata le miraba con sorpresa mezclada de temor, el codo en la mesa, derecho el busto, en una actitud airosa y elegante, llevando pausadamente del plato a la boca, ahora una pasita, ahora una almendrita.

En vista de esto, le envié un plato de sopa caliente por la anciana señora Axford, nuestra cocinera, mientras su padre, después de lavarse las manos y arreglarse un poco, me acompañó al comedor.

25 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque limpiáis lo que está de fuera del vaso o del plato; mas por dentro están llenos de robo y de incontinencia. 26 ¡Fariseo ciego, limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera se haga limpio! 27 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!

HUEVOS ESTRELLADOS. Se pone en una cacerola agua con sal y vinagre; cuando está hirviendo se echan los huevos con cuidado y cuando se cuajan se sacan con una espumadera; se colocan en un plato, echando sobre cada uno un poco de pimienta y zumo de limón.

Es cosa de gusto aseveró el abad, rebañando con una miga de pan lo que restaba de yema en su plato. Yo declaró tímidamente Julián poco entiendo de vinos.... Casi no bebo sino agua. Y al ver brillar bajo las cejas hirsutas del abad una mirada compasiva de puro desdeñosa, rectificó: Es decir... con el café, ciertos días señalados, no me disgusta el anisete.

La luna sale, parece algo así como un plato de oro, enredado entre las ramas de los sauces; después sube, se pone arriba del árbol, tocando todavía las últimas hojas, y en la corriente del riacho se forma una claridad como si cayera oro en la corriente. comprenderás qué divino era aquello con la serenidad de la noche, para dos enamorados como ellos.