United States or Saint Martin ? Vote for the TOP Country of the Week !


Además, ¡sus palabras rudas y violentas, su ignorancia, su deseo de mantenerlo sometido, tratándole despectivamente en presencia de las gentes!... Martínez vió todo esto de pronto, pero fué porque acababa de encontrar un término de comparación en otra mujer.

Se ve, evidentemente, que se expresan aquí tantas prevenciones mezquinas é ideas falsas como palabras, no diciendo nada nuevo, sino exagerando y extremando los yerros de Boileau.

Usamos á cada paso las palabras rey, monarca, soberano; hablamos sobre lo que ellas significan, asentando nuestros respectivos sistemas. Y sin embargo es imposible no desacertar gravísimamente, si en cada cuestion no se fija con exactitud lo que estas palabras expresan.

44 Y vino Moisés, y recitó todas las palabras de este cántico a oídos del pueblo, él, y Josué hijo de Nun. 45 Y acabó Moisés de recitar todas estas palabras a todo Israel; 46 y les dijo: Poned vuestro corazón a todas las palabras que yo protesto hoy contra vosotros, para que las mandéis a vuestros hijos, y guarden y cumplan todas las palabras de esta ley.

24 El que dijere al malo: Justo eres, los pueblos lo maldecirán, y le detestarán las naciones; 25 mas los que lo reprenden, serán agradables, y sobre ellos vendrá bendición de bien. 26 Besados serán los labios del que responde palabras rectas. 27 Prepara tus labores de afuera, y disponlas en tu heredad; y después edificarás tu casa.

Era un día en que el tío Magano andaba á la mar, y la tía Carpa á vender un carpancho de sardinas. Cafetera estaba solo en casa, sentado sobre un arcón viejo, único mueble de ella, no contando el catre matrimonial, rascándose la cabeza como aquel que acaricia una idea de gran transcendencia, y murmurando algunas palabras, no todas evangélicas, las más de un colorido asaz rabioso.

Unos cuantos besos en la mano, cuatro palabras agradables; algunas bromas crueles de camarada que tiene conciencia de su superioridad... todo esto había conseguido después de muchos meses de asidua corte, de resistir a su madre, viviendo en su casa como un extraño, sin cariño y bajo miradas de indignación; de entregarse por entero a la maledicencia de los enemigos que le suponían liado con la artista y hacían aspavientos en nombre de la moral.

Todas esas escenas de comedia, en prosa y verso; todas las páginas amorosas de las novelas, en que salen a relucir las flores, los arroyuelos, las estrellas, la luna, los ángeles y los serafines, todo, absolutamente todo eso, es mentira, completamente mentira. El amor, el verdadero amor, no halla palabras, no encuentra léxico para expresarse.

Querían entrar en la enfermería para ver a Pachín y tranquilizarse. Acogían con incredulidad las palabras de un camarero español que, obedeciendo la consigna, les juraba por su salud que el enfermo estaba mejor. Chocaban sin éxito contra el marinerote rubio que obstruía la puerta con su rudeza de roca. El médico había prohibido la entrada y era inútil insistir.

Dejemos hablar al mismo autor. «Los términos verum et factum, lo verdadero y lo hecho, se ponen el uno por el otro entre los latinos, o como dice la escuela, se convierten. Para los latinos intelligere, comprender, es lo mismo que leer con claridad y conocer con evidencia. Llamaban cogitare lo que en italiano se dice pensare e andar raccogliendo; ratio, razon, designaba entre ellos una coleccion de elementos numéricos, y ese don que distingue al hombre de los brutos y constituye su superioridad. Llamaban ordinariamente al hombre un animal partícipe de la razon (rationis particeps) y que por tanto no la posee absolutamente. Así como las palabras son los signos de las ideas, las ideas son los signos y representaciones de las cosas. Así como leer legere, es reunir los elementos de la escritura de los cuales se forman las palabras, la inteligencia, intelligere, consiste en reunir todos los elementos de una cosa, de lo que resulta la idea perfecta. Por donde podemos conjeturar que los antiguos italianos admitian la doctrina siguiente sobre lo verdadero: lo verdadero es lo hecho mismo; y por consiguiente Dios es la verdad primera porque es el primer hacedor (factor), la verdad infinita porque ha hecho todas las cosas, la verdad absoluta, pues que representa todos los elementos de las cosas tanto internos como externos, porque los contiene. Saber es reunir los elementos de las cosas; de donde se sigue que el pensamiento (cogitatio) es propio del espíritu humano, y la inteligencia lo es del espíritu divino: porque Dios reune todos los elementos de las cosas internos y externos á causa de que los contiene, y él propio es quien los dispone; mientras el espíritu humano limitado como es, y fuera de todo lo que no es él mismo, puede aproximar los puntos extremos mas reunirlo todo; de manera que puede pensar sobre las cosas, pero no comprenderlas; y aquí por qué participa de la razon, mas no la posee. Para aclarar estas ideas con una comparacion: lo verdadero divino es una imágen sólida de las cosas, como una figura plástica; lo verdadero humano es una imágen plana sin profundidad, como una pintura. Así como lo verdadero divino lo es, porque Dios en el acto mismo de su conocimiento dispone y produce, lo verdadero humano es para las cosas en que el hombre dispone y crea de una manera semejante. La ciencia es el conocimiento del modo con que la cosa se hace; conocimiento en el cual el espíritu mismo hace el objeto, pues que recompone sus elementos. El objeto es un sólido para Dios que comprende todas las cosas; una superficie para el hombre que no comprende sino lo exterior. Establecidos estos puntos para ponerlos mas fácilmente en armonía con nuestra religion, conviene saber, que los antiguos filósofos de Italia identificaban lo verdadero con lo hecho, porque creian el mundo eterno: asi los filósofos paganos adoraron un Dios que obraba siempre ad extra, cosa desechada por nuestra teología. Por cuyo motivo en nuestra religion, en la cual profesamos que el mundo ha sido criado de la nada en el tiempo, es necesario establecer una distincion, identificando lo verdadero criado con lo hecho, y lo verdadero increado con el engendrado (genito). Así la Sagrada Escritura con una elegancia verdaderamente divina, llama Verbo