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El portugués no lo pudo sufrir, y tratóle algo mal de palabra, diciendo que él era un caballero «fidalgo de casa du Rey», y que yo era un «home muito fidalgo», y que era bellaquería tenerme atado.

Ya que nuestro joven la encontró mejor dispuesta, comenzó a dirigirle a menudo la palabra, tuteándola, por supuesto, como hacen los señores de la ciudad con las chicas campesinas, inventando algunas bromas para hacerla reír, y procurando por todos los medios imaginables captarse su simpatía, aunque dejando aparecer lo contrario.

4 Oíd [la] palabra del SE

Fortunata estaba tan absorta y aterrada, que no podía pronunciar palabra alguna. «Ya te he dicho que lo paso todo, menos dar un disgusto a mis padres. Así es que anoche me planté conmigo mismo, y dije: 'Aunque me muera de pena, esto se tiene que acabar'. que me costará una enfermedad. El golpe será rudo. No se arranca fibra tan sensible sin que duela mucho.

Desde allí dirigía la palabra a otros señores de más edad, abonados en el palco de enfrente: se decían cuchufletas, se burlaban de la tiple o del bajo, y se tiraban caramelos y saetas de papel. Por cierto que el público de las butacas, ajeno todavía a estos refinamientos de la civilización, solía hacerles callar bárbaramente con un enérgico chicheo.

Retírese usted... muchas gracias... adiós se apresuró á decir ella. El criado cerró la puerta. Demetria avanzó por el portal y salió á la calle, pasando por delante de Nolo sin dirigirle la palabra.

31 Por cuanto tuvo en poco la palabra del SE

1 Y vino Palabra del SE

21 Los que hacían pecar al hombre en palabra; los que armaban lazo al que reprendía en la puerta; y torcieron lo justo en vanidad. 22 Por tanto, el SE

No pude ir hasta el rancho de los Ocotes para encontrar al mozo y me conformé con aguardarle en el corredor. Yo esperaba que papá, no estuviera presente, pero estuvo. ¡Qué miedo, Rorro! ¡Qué miedo!. El mozo que llega, y papá que sale. El recibió el paquete, lo abrió, tomó sus cartas y me dio las mías, sin decir palabra. Después no me preguntó nada.