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Oye bien lo que te digo. Cuando éste salga de aquí, no nos veremos más.

No hay sino un sacerdote que ha visto esa lepra asquerosa del ateismo y quiere curarla. ¿Lo oye Vd., madre? Si Vd. no me ayuda, lo haré yo solo... lo intentaré yo solo; y si no puedo lograrlo, se lo diré a todos ustedes, cara a cara, sacudiré en la puerta el polvo de mis zapatos, como los patriarcas de Israel cuando salían de la casa de los impíos, y no volverán ustedes a verme nunca.

«¿Qué buscas aquí, lombriz? me dijo en el suave tono que le era habitual . ¿Quieres aprender el oficio? Oye, Juan añadió dirigiéndose a un marinero de feroz aspecto , súbeme a este galápago a la verga mayor para que se pasee por ella».

Don Pedro oye de nuevo sus quejas, le promete satisfacerlas, y expresa al mismo tiempo su admiración de que Don Rodrigo no se haya vengado personalmente del raptor de su novia. Doña Leonor acude también al Rey, que le promete asimismo pronta justicia. Don Tello ha venido, mientras tanto, con numeroso séquito.

En la última escena se nos presenta el Rey, presa en un instante de rigidez convulsiva, como si lo hubiese herido la justicia divina, embargado por un terror sombrío, mientras se oye una voz que entona el siguiente canto: Los que en la tierra juzgáis, Mirad que los inocentes Están á cargo de Dios, Que siempre por ellos vuelve.

16 Entonces Isaías dijo a Ezequías: Oye palabra del SE

Se le oía como se oye a los niños del Colegio de San Ildefonso que sacan y cantan los números en el acto de la extracción. «Los Chicos jugaron dos décimos y se calzan cincuenta mil reales. Villalonga un décimo: veinticinco mil. Samaniego la mitad».

Oye, Zeli, no se trata de hacer tonterías; haz colocar los remos y ponerlo todo en orden lo más pronto posible; viremos en redondo y despejemos el campo; El Gavilán no tiene el pico ni los espolones bastante duros para recrearse con semejante presa.

Oye: recuerdo que la palomita te llamaba con exclamaciones muy tiernas, cuando medio muerta la conducíamos en la litera mi pasante y yo. ¡Ja, ja, ja! ¿Sabes de qué me río?

Por ferias ó por pascuas suele ir una compañía de cómicos de la legua, ó de titiriteros á pie ó á caballo. Entonces oye uno tutearse en las lunetas, sin previo aviso, á dos personas de distinto sexo que no se han hablado desde que se arañaban, al salir él de la escuela y ella de la amiga; esto es, cuando tenían siete años.