United States or Niger ? Vote for the TOP Country of the Week !


El joven la vió sacar de un pedazo de periódico, enrollados, los billetes, que puso sobre la mesa de pino que, en aquella primera habitación, llenaba, mal que mal, las funciones de escritorio: quinientos, seiscientos, mil, mil quinientos, ochocientos, dos mil, dos mil doscientos... Silencio. La tía, radiante, contemplaba el depósito; Quilito, turbado, miraba a la tía.

Eran tal vez inglesas ó norteamericanas, de las que rinden un culto romántico á la memoria de María Antonieta. Deseaban visitar la Capilla Expiatoria, antigua tumba de la reina ejecutada. Julio las vió cómo subían los peldaños atravesando el patio interior, en cuyo suelo están enterrados ochocientos suizos muertos en la jornada del 10 de Agosto, con otras víctimas de la cólera revolucionaria.

En sus lanzas filosas levantaron Los sicarios del déspota cruel, Del inmortal Castelli la cabeza, Del hijo noble de ochocientos diez. De la sangre del mártir de la Patria De cada gota un héroe ha de nacer, Sangre fecunda, como fué fecunda La de los muertos de ochocientos diez.

Defendióse con mucha sal Micromegas; se declaráron las mugeres en su favor, puesto que al cabo de doscientos y veinte años que habia durado el pleyto, hizo el muftí condenar el libro por calificadores que ni le habian leido, ni sabian leer, y fue desterrado de la corte el autor por tiempo de ochocientos años. No le afligió mucho el salir de una corte llena de enredos y chismes.

¡Cómo! ¿Por qué? Porque debo ochocientos cincuenta francos. Vi el conflicto pintado en el semblante de aquel hombre; aquel hombre no me engañaba; era un amigo mio; sobre todo, era un hombre honrado, la vergüenza quemaba sus mejillas, y no me fué dado vacilar. No quise, ni pude. Un hombre que tiene corazon, no vacila nunca en tales momentos. Mi mujer no se habia levantado aún.

Berenguer de Entenza embarcó en cinco galeras, dos leños con remos, y diez y seis barcos, ochocientos infantes, cincuenta caballos, y salió de Galípoli la vuelta de la isla de Marmora llamada de los antiguos Propontide.

A montaner dejaron en Galípoli solo con algunos marineros, con Almugavares, y treinta caballos. Fernan Jimenez de Arenós llega á Galípoli, entra á correr la tierra, y al retirarse derrota dos mil infantes, y ochocientos caballos del enemigo.

Tomó el padre Aliaga un papel y escribió en él lo siguiente: «Señor Pedro Caballero: Por la presente pagaréis ochocientos ducados al señor Alonso del Camino, los que quedan á mi cargo. Fray Luis de Aliaga.» Y dió la libranza á Camino. He dicho quinientos ducados, y esto tirando por largo, y aquí dice ochocientos.

»Dimos luego quinientos escudos al renegado para comprar la barca; con ochocientos me rescaté yo, dando el dinero a un mercader valenciano que a la sazón se hallaba en Argel, el cual me rescató del rey, tomándome sobre su palabra, dándola de que con el primer bajel que viniese de Valencia pagaría mi rescate; porque si luego diera el dinero, fuera dar sospechas al rey que había muchos días que mi rescate estaba en Argel, y que el mercader, por sus granjerías, lo había callado.

Estoy abrasado. DON URBANO. Al momento. A los de Yuste corresponden... un millón seiscientas mil pesetas. Al Marqués de Ronda, doscientas veintidós mil. Hay que descontar las doce mil y pico, equivalentes a los nueve mil francos... PATROS. ¿Lo dejo aquí, Don Leonardo? CUESTA. Déjalo y aguarda un instante... Un millón ochocientos... con los seiscientos diez... hacen... Ya está claro.