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Al cabo de una semana, el 7 de Mayo, llegó de Manila el cañonero americano Mac-Cullock, trayendo la noticia de la victoria del Almirante Dewey sobre la escuadra española, pero no traía órden de llevarme á Manila y á las nueve de la noche tuve con el mismo Cónsul, á su invitación, una segunda conferencia.

Hasta se le impedía ir a la barbería, por temor de que se gastase los dos reales. Venía el barbero a afeitarle los sábados. Por cierto que, con poca o ninguna consideración, el rapador de barbas llegaba algunas veces a las nueve de la mañana, cuando don Jaime estaba durmiendo. ¿Qué hago? preguntaba a doña Brígida. Aféitele usted contestaba la severísima señora.

Consisten en un sistema de oraciones, con relación de milagros y de reflexiones sobre los mismos, que se hacen cada día, durante nueve días consecutivos.

"Como, despues de recibido el oficio de V. E. correspondiente al que se le dirigió á las nueve y media de la noche de ayer, se personase á esta Junta provisional gubernativa la diputacion de V. E., manifestando la necesidad de pasar por el sacrificio de la dimision del cargo que se ha conservado y dado al Exmo. Sr.

A los diez y nueve años, las malas compañías dieron ya carácter grave a sus diabluras; desaparecía de la casa por dos o tres días, se embriagaba, se quedó en los huesos. Uno de los principales cuidados de las dos madres era esconder en las entrañas de la tierra la poca moneda que tenían, porque con él no había dinero seguro.

El sábado cinco á las nueve de la mañana. ¡Quico! grite á mi criado. Ten todo listo para embarcarnos el sábado de madrugada. ¿Luego vienes? ¿Luego no tienes miedo á los baguios? ¡Baguios!

La regularidad de sus nueve calles rectas que se cruzan, encerradas dentro de las murallas; el capricho de sus diez barrios exteriores; la alegría de su valle, surcado por numerosas corrientes y cuajado de árboles frutales y hortalizas, y la importancia de sus fábricas y de algunos edificios públicos, le dan un aspecto agradable.

A las ocho de la noche en invierno y a las nueve en verano cerraba la escalera del claustro alto, guardábase la llave en el bolsillo y toda la población quedaba aislada de la ciudad.

La criada intentó tranquilizarla; pero los consuelos verbales la irritaban más. A eso de las nueve, la dolorida se levantó con resolución del sofá en que se había echado, y a tientas, porque el gabinete estaba oscurísimo, buscó su mantón. «Ya verán, ya verán» murmuraba en su agitación epiléptica; y a tientas buscó también las botas y se las puso.

Un poco de harina amasada y tostada ayer por el ama de D. Miguel se trasformó por arte mágico en la persona de Jesucristo, un ser que desapareció de entre los vivos hace diez y nueve siglos. ¿Esas leyes soberanas, sublimes de la Naturaleza, quedarán violadas porque unos cuantos insectos de este microscópico planeta reunidos en concilio lo decreten?