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2 Y vi otro ángel que subía del nacimiento del sol, teniendo el sello del Dios vivo; y clamó con gran voz a los cuatro ángeles, a los cuales era dado hacer daño a la tierra y al mar, 3 diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que señalemos a los siervos de nuestro Dios en sus frentes.

Hace mucho tiempo que nos dejaste y que estás corriendo por el mundo de las embajadas, para darte cuenta de la fijeza proverbial de las costumbres de nuestro amigo. Piensa que nunca ha viajado para no separarse de sus libros y de su mesa. Aquel espíritu tan curioso se ha condenado a no conocer nada del vasto mundo más que por la lectura y por su maravillosa intuición de las cosas.

A la noche siguiente nos despedimos del vigoroso monje capuchino en la plataforma de la estación de Lucca, y subimos al tren, en el cual debíamos recorrer la primera parte de nuestro viaje de vuelta a Inglaterra.

Después me preguntó si tenía algo que ver con el corazón, y le expliqué largamente lo que era esta víscera y sus relaciones con las otras de nuestro cuerpo. Luego tocó el punto del estómago, y no con menor erudición expuse mis conocimientos acerca de este importante órgano, que denominé, muy ingeniosamente, «el laboratorio químico de la vida».

No está bien que se declare aquí el verdadero nombre de este inglesito. Para designarle le daré un nombre cualquiera. El apellido Maury es muy común. Hay Maurys en Francia, Inglaterra y España. Supongamos, pues, que nuestro inglesito se llamaba Juan Maury.

Queremos llegar á nuestro fin á toda costa y cuando hayamos probado que era usted una víctima y no un culpable y que se le tenía encerrado á consecuencia de un monstruoso error judicial, veremos si en el país de la audacia y de la generosidad hay gendarmes para detenernos y jueces para castigarnos. Yo no tengo ningún remordimiento, ninguna inquietud, ninguna vacilación. ¡Y este viaje me encanta!

Singularmente al llegar la primavera menudeaban las dolencias de carácter inflamatorio, y cada apoplegía que estallaba era un súbito escopetazo que se llevaba un fraile al sepulcro, sin darle cinco minutos para rezar un Padre Nuestro.

Sigamos hacia nuestro calvario dijo , sigamos con valor; apuremos la copa que Dios nos ofrece, y dominemos este corazón rebelde... que obedezca á su deber ó muera: que Dios no pueda acusarnos de haber dejado de combatir un solo momento. Se irguió, serenó su semblante, y se encaminó al lugar donde le esperaba el tío Manolillo. El bufón le salió al encuentro. ¿Ha venido? dijo el padre Aliaga.

En la marquesa se notaban, durante esta parte del relato del buen Núñez, las mismas señales de curiosidad que durante la anterior, pero no tantas de complacencia; y quizás tenía algún parentesco con las causas de esta diferencia, el motivo que la obligó a interrumpir al relatante, aunque muy afable y risueña, en la siguiente forma: De manera que si no me precede a la recomendación de nuestro amigo el señor Guzmán, Dios sabe a qué presidio destina usted mis pretensiones, después de oír lo que con tanta franqueza le he declarado hace un instante.

Las regiones australes, visitadas por Anson, Byron, Bougainville, fueron reconocidas por Carteret, Wallis y Cook, cuyos esfuerzos reunidos contribuyeron á desterrar los errores que se habian perpetuado hasta entonces en la configuracion de nuestro país.