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Bien dice nuestro inmortal novelista: «Y sobre todo, el cielo te guarde de que nadie te tenga lástima.» »Yo estallaría, me ahogaría si no comunicase con alguien mis penas. Por eso te las confío. Beatriz no advierte nada. ¿Cómo, de qué, por cuál motivo quejarme con ella y de ella? »Yo la amo con toda mi alma, y necesito para ser feliz que ella me ame y me respete.

A lo que no nos allanamos y a lo que yo no me allano, es a que este novelista haya aparecido ya, y menos a que sea Tolstoï, Bourget o Zola.

Para ellos es un eminente novelista, a quien colocan entre Valera, Alarcón y Galdós; pero, en suma, un novelista a quien tasan por su valor como tal, y cuyos triunfos literarios empiezan a contar desde Don Gonzalo.

La novelista, a la luz de una vela, escribía Spiridón, la historia del monje que acaba por demoler todas sus creencias, y muchas veces cortaba su trabajo para correr al lado del músico y preparar sus tisanas, alarmada por la frecuencia de su tos.

¡La Revolución! exclamó Mabel d'Ornay, simulando un temblor de espanto para acercarse al joven novelista. ¡Brrr! espero que ya no habrá jamás otra. ¿Acaso el pueblo necesita reivindicaciones? ¿No tiene todo lo que le hace falta?

Pero las vidas vuelven siempre a sus cauces antiguos, y después de estos seis años de catalepsia literaria, en 1914, pocos meses antes de la gran guerra, reanudé en París mi trabajo de novelista «de pluma y papel», escribiendo Los argonautas. Primera parte Jaime Febrer se levantó a las nueve de la mañana.

Ortiz de Pinedo posee dichas prendas y que está llamado a ser o es ya un novelista de no corto mérito. Dotado además de un juicio recto y severo, vale para dar excelentes lecciones morales, sin emplear en ello impertinentes discursos, sino consiguiendo que nazcan o se deriven de los mismos sucesos que cuenta.

Sépalo el brillante Alejandro Dumas. Hubo tiempo en que los vasallos se confesaban para caminar; tiempo en que los bandoleros y asesinos empedraban el bosque de Bolonia, si el gran novelista me permite la palabra empedrar.

En vez de presentar la vida de tal ó cual país ó clase de la sociedad con serenidad y como se nos aparece realmente, oprimido el novelista por el deseo de producir fuerte impresión, exagera, falsea, amontona todos los datos que la realidad le ofrece dispersos.

Siguiendo el mozo su historia, dijo que entre sus tentativas de poeta y de novelista fue cuando conoció a Luz, al salir ésta un domingo de las Calatravas. Se metió en el carruaje que la aguardaba en frente, y desapareció calle abajo. Ángel sólo tuvo tiempo para admirarla y para saber su nombre. Le oyó pronunciar en un corrillo de desocupados que la conocían.