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Todo novelista que se respeta, todo dramaturgo que posee el secreto de hacer patalear de entusiasmo al público, no conoce vacilaciones al graduar la simpatía atractiva de sus personajes. El hombre funesto, el «traidor» de la obra, ya se sabe que debe ser un rico, un manipulador de caudales; y si ostenta el título de banquero, mejor que mejor.

, señor novelista; creo que es más fácil purgar el desierto de beduinos, arrojar los cafres de las costas de oro, y poblar de hombres la Nueva Zelanda en que viven los antropófagos, que purgar á Paris de esa civilizacion engañosa, de ésa fascinadora cultura, de esa idolatría chillona que comprende tan bien el secreto de hacerse admirar. =Resúmen de esta série. =

Y es lo singular que, después de todas mis censuras y después del mal efecto que me produce la multitud de insufribles galicismos que hay en El Extraño, todavía persisto en ver en el autor muy notables prendas de novelista. Sólo las desluce la manera de escribir a la última moda y de imaginar que hay novedad y mejora en ello.

Cuando regresé a Madrid, con el rostro ennegrecido por el sol y las manos endurecidas por el remo, me puse a escribir Los muertos mandan, y eran tan frescas y al mismo tiempo tan recias mis observaciones, que produje la novela «de un solo tirón», sin el más leve desfallecimiento de mi memoria de novelista, en el transcurso de dos o tres meses.

Permítese al novelista y al poeta describir todas las fases de la ambición soberbia, de la vanidad ridícula, del odio aborrecible, del rencor infame; podemos desmenuzar en prosa y verso todos los malos sentimientos: ¿y no hemos de poder pintar la deliciosa y natural aproximación de los sexos que instintivamente aspiran a juntarse hasta ser, como el Señor dispuso que fueran, carne de una carne, hueso de un hueso, dos en uno? ¡Es triste cosa!

Avecindóse en el Cuzco, aunque no de los primeros, y tenia sus casas al barrio de Carmenca, no lejos de las que fueron de Diego de Silva, hijo del famoso novelista Feliciano de Silva.

Hacer hablar con propiedad á un rudo gañán, describir con exactitud las costumbres de un país no basta para merecer el nombre de insigne novelista. Los griegos se reían de los pintores de bodegones.

Pero, señorita respondió Platel sentándose al lado de la señora d'Ornay, estoy cierto que cuando usted no está, son esos los sentimientos que se manifiestan... ¿Lo cree usted? replicó Diana. Yo pienso que un novelista vale por varias mujeres lindas.

Lasso es un buen novelista, si bien desea que acumule menos cosas cuando escriba otra novela, y que represente en ella la vida humana, sin que sean, y hasta sin que pueda presumirse que son sus figuras fieles retratos de determinadas personas, sin que contenga una acusación cada episodio, y sin que cada acusación lugar a una defensa.

Gracias á este nuevo medio de expresión, el novelista que por su nacimiento pertenece á un país determinado puede tener por patria intelectual la tierra entera y ponerse en comunicación con los hombres de todos los colores y todas las lenguas, hasta con los que viven en los límites de un salvajismo recién abandonado.