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He ganado en esta crisis, que tanto me atormentó, una intimidad más estrecha con él; me permite que le lea y encuentra que lo hago bien y con inteligencia. Observe usted esto, señor cura; mi padre, que sabe lo que se dice, asegura que leo con inteligencia. No me gustaba nada más que la vida de los santos, con tal que no fuesen muy largas ni atestadas de notas.

Para tocar este instrumento, cuyas notas bajas producen un sonido estraordinario, es menester colocarlo horizontalmente y no en direccion vertical como la zampoña ordinaria.

No es la moda la que coloca la pluma en mis manos: al contrario, he tenido necesidad de discutir conmigo mismo para convencerme de que al resumir en un volúmen las notas de mis viajes, me obedezco, sin tener en cuenta para nada que la moda es esta.

Echar mano y luego cambiar notas, he ahí toda la política. ¿Es la buena, es la moral, es la justa? No lo , pero es la única que da resultados, y por lo tanto, todo hombre de Estado, gimiendo por la depravación de las ideas, la seguirá siempre que ame a su patria, tenga el corazón bien puesto y vea un poco claro.

Al día siguiente debía dar clase a sus subalternos en el regimiento, y con toda prudencia preparaba su lección. Pero de repente, en medio de sus notas: Nördlingen, 1645; las Dunes, 1658; Mülhausen y Türckheim, 1674-1675, vio un croquis... Juan no dibujaba mal.

Por la falda de la colina opuesta, donde está asentada Canzana, bajaba ya la procesión de los ramos llevando á su frente al valeroso Celso. Sonaban lejos las notas agudas de la gaita y el sordo redoble del tambor. Poco después se escucha el ruido de los panderos y el cántico de las mozas.

Aquello era un ruido espantoso, discordante, que dominaban con notas sobreagudas los «¡yu, yu, yude las mujeres árabes de un aduar vecino que acudieron corriendo. Parece ser que en ocasiones un gran ruido, un estremecimiento sonoro del aire, aleja la langosta y le impide descender. Pero, ¿dónde estaban esos terribles insectos?

Pues si quieren pasar por V..., adonde voy, tendrán compañía y menos polvo. Aceptaron la oferta. Tomaron la vereda que a aquel pueblo conducía, y Moreno y Sánchez, que no perdían la ocasión de enriquecer su cuaderno de notas con las observaciones antropológicas que podían recoger, le abrumaron instantáneamente a preguntas. El caminante les respondía de buen grado.

Después, no queriendo salir de París, dedicóse al periodismo, y colaboró en Le Figaro casi diariamente, derrochando en notas breves, redactadas á vuela pluma y por estilo desenvuelto y brillante, el espíritu socarrón del inmortal barbero de Beaumarchais.

Höel quiere obligar al gaitero Corentino a buscar el tesoro en el fondo del precipicio; de nuevo el cielo se encapota, y entonces aparece otra vez el terrible Meyerbeer, el genio de los Hugonotes y Roberto el diablo, que sabe describir con las ocho notas del pentagrama toda la rabia de los elementos y todos los furores del corazón.