United States or Seychelles ? Vote for the TOP Country of the Week !


Fue en ese estado de sobreexcitación nerviosa, presa, ya de espantos repentinos, ya de un abatimiento irresistible, cómo me encontró Roberto cuando entró en el cuarto, a eso de media noche. Quiso recostarse un poco en su cama, para velar después el resto de la noche conmigo; pero los gritos de Marta lo habían arrancado bruscamente al descanso.

¡Cálmate, vejete! Carlos, ¿quién es ese tío, vamos? ¡Corre! ¡Cállate, insensato! ¡Vamos, toma esto! Y con mano nerviosa Carlos Tomás llenó de licor una copa. Bebe y vete, hasta mañana... en cualquier parte, pero déjanos; vete en seguida y déjanos en paz.

Los detalles de mi regreso al hogar, son poco interesantes. Fui directamente al Tirol, donde pasé quince días en la mayor quietud y buena parte de ellos en cama, con fuerte fiebre; fui también víctima de una reacción nerviosa, que me dejó débil como un niño.

Pensé entonces que, al verlos tan interesados el uno por el otro, comparaba tristemente su entusiasmo con nuestro silencio de enfado, y este pensamiento me conmovió. Querida Luciana... he debido comprender que esta expedición la ha puesto a usted nerviosa y que su rigor no era más que un efecto del cansancio... No he debido guardarle a usted rencor...

La coloquíntida guarda cierta analogía con la brionia en las fiebres y las flegmasías, pero su accion es mas nerviosa que sanguínea; y cuando se afectan el estómago y los intestinos, los vómitos son mas violentos, los dolores cólicos mas pronunciados y frecuentes, las evacuaciones diarréicas mas acuosas, mas escocientes y abundantes.

Su elocuencia y su fervor religioso le habían hecho eminente en su profesión. Era persona de aspecto notable, de blanca y elevada frente, ojos garzos, grandes y melancólicos, boca cuyos labios, á menos de mantenerlos cerrados casi por la fuerza, tenían cierta tendencia á la movilidad, expresando al mismo tiempo que una sensibilidad nerviosa, un gran dominio de mismo.

Pero convencido de que era inútil luchar contra un temporal tan deshecho, renunció a agarrarse a él. D.ª Carolina era del mismo corte y figura que su hija Presentación, esto es, delgada, nerviosa y con unos ojillos vivos y penetrantes que los años habían hundido y rodeado de un círculo oscuro y fruncido.

Luego, aun cuando el tiempo urgía, no pudo resistir la tentación de probar delante del espejo el efecto de una cinta de color de alhucema, sobre la chaqueta que a la sazón vestía. De repente, oyó junto a una voz infantil, y se detuvo nerviosa. La voz repetía: ¡Mamá! ¡mamá! La señora Galba se volvió súbitamente. Saltando en la puerta estaba una niña de seis a siete años.

A la mañana, casi de madrugada, Severiana salió de casa con su hija sin que nadie la viese; y era muy entrado el día, cuando Casilda mostrando a Damián la mancha que el aceite dejó en la alfombra, le decía nerviosa de terror: ¡Mira... no cabe duda!

A pesar de su ánimo, experimentaba una especie de cansancio y de abatimiento. Después del gran gasto de energía de los últimos años, la fuerza nerviosa que la había sostenido hasta entonces la abandonaba al llegar al puerto.