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No transformó la fisonomía moral de sus hijos; los hizo estancieros y tenderos en 1850.

Ni el social, ni el político, ni el filosófico, ni el científico, ni el religioso, ni el artístico, ni el literario, ni el industrial, ni el comercial, ninguno, ninguno verdaderamente formulado, ninguno en la alta escala de la ciencia, del derecho y de la moral. Encantarnos, entusiasmarnos, aturdimos, . Hacernos buenos y felices, no.

Profesaba, , la moral cristiana; y en cuanto a los destinos del hombre, creía en una ley divina, en un fallo inexorable.

Sin embargo, esto sería destruir una de las bases más firmes de la sociedad; la moral desaparecería. Por lo tanto, hemos de mantener el criterio tradicional: las plantas, unas son buenas y otras son malas. Las hay también que, como muchos hombres, viven a costa del prójimo; es decir, son explotadoras, lo cual sucede, por ejemplo, con las orobancas, que crecen sobre ajenas raíces.

María Teresa bajó sola poco después; quería estar allí para recibir a Juan. Algunos días antes, Jaime había escrito, desde Budapesth, que creía que Juan pasaba por una crisis moral, que debían atenderlo un poco, así como debían convidarlo a pasar unos días en Pervenches.

Pero a pesar de ello, la misma histeria que le deshacía los nervios era el alimento, un poco mágico, que sostenía su tonicidad. Quería entrañablemente a Lidia; y con la moral de las histéricas burguesas, hubiera envilecido a su hija para hacerla feliz esto es, para proporcionarle aquello que habría hecho su propia felicidad.

Y los dos segundos, del Moral y Cámpora, significan el abolengo, la tradición, la historia patria. Y es natural que Rosalía luzca estos dos apellidos aristocráticos junto a los otros oscuros, aunque meritorios.

Esto mismo propuso al Congreso tan luego como dió principio á sus sesiones, ampliando sus antiguas ideas con la formacion de cierto poder moral que llamó Areópago.

Nuestra naturaleza moral no está comprometida en la impresión, porque los mundos aquellos se han desvanecido por completo y su influencia es imperceptible en los modos humanos del presente.

Esa singular importancia política y social de los cafés en España me hizo reflexionar un poco. Ella data de los tiempos del gobierno constitucional, de manera que es una institución muy moderna. ¿Es un bien, ó es un mal? me preguntaba yo. Desde luego que el café convertido en club tiene sus ventajas: tiende á suprimir ese aislamiento que helaba á la sociedad española, y la enervaba y mantenía en la impotencia moral é intelectual; distrae de la tentación del juego, tan general en España (por causa de las instituciones), y es un gran elemento de fusión de las clases sociales y de organización libre de la opinion pública, opuesto á las trabas que la encadenan bajo formas mas generales y ostensibles. Puesto que la ley amordaza la prensa y la tribuna, el café es un bien relativo que contrabalancea un poco la represion. Pero el café, tal como está organizado en España, tiene también su lado malo.