United States or Andorra ? Vote for the TOP Country of the Week !


Aunque no pudieran encerrar a Gloria en el convento contra su voluntad, porque las autoridades estaban ya sobre aviso, al matrimonio podía oponerse la madre mientras no fuese mayor de edad.

Me encuentro muy bien, querido señor Hardoin respondió Liette en tono firme. Estoy ya curada, y vengo a consultar a usted para un documento... ¿Es algún contrato de matrimonio? insinuó el notario tímidamente. No, señor Hardoin, es un proyecto de adopción.

¿Entonces, señor cura preguntó la de Ribert muy interesada, usted cree que la Revolución y el Código entran por mucho en este temor del matrimonio que manifiestan tantas jóvenes modernas... Evidentemente... ¿No se nota ese temor precisamente en la burguesía?... , es cierto. Sin embargo... No hay sin embargo afirmó el cura con autoridad.

¡Y cuánto más conocidos son el amor, la familia, la unión ó matrimonio, en la verdadera acepción de estas palabras, entre los tiernos anfibios! Su paso tardo, su vida sedentaria, favorecen la unión fija.

, las víctimas lo son siempre, es sabido. Pero me es imposible darte las gracias a pesar de mi buena voluntad... Adiós, pues... Y Francisca desapareció, muy feliz sin duda, por haber terminado su nueva comedia. Qué razón tenía la de Ribert y la abuela al ponerme en guardia contra ella... ¿Por qué no las he escuchado?... ¡Ay! ya es tarde... 31 de marzo Se habla mucho del matrimonio de Francisca.

Máximo dijo a su vez: Mi pobre amigo Givors, enamorado de usted, se pone a sus pies, en mi persona, para solicitar una respuesta favorable... ¿Qué debo decirle? Empiece usted por felicitarlo por la elección de su embajador respondí con una amargura que me era imposible contener. Si me decido a ese matrimonio, será ciertamente por la intervención de usted, Máximo...

¿Y dónde me dejan ustedes el amor al estudio y la pasión por las artes? interumpió la Roubinet. En nuestra época hay muchas jóvenes que prescinden del matrimonio para seguir esa vía privilegiada. ¡Bah! dijo la abuela. ¿Son las jóvenes sabias y las artistas en flor las que renuncian al matrimonio, o es el matrimonio el que no las quiere?

Después, toda la familia emprendió el camino de Trembles y los póstumos rayos del sol poniente acompañaron hasta su hogar al feliz matrimonio.

Sin gran esfuerzo de imaginación, podemos figurarnos el estado de alma de una de aquellas romanas o de aquellas griegas honradas a quienes las leyes civiles y religiosas llamaban al matrimonio y que no encontraban marido. Extrañadas al principio, cada cual podía pensar que siendo más amable y más bella que su vecina, su juventud no se pasaría en un lamentable aislamiento.

Era cierto que en la isla este matrimonio iba a producir escándalos y protestas; pero ¿y él?... ¿No tenía derecho a buscar su salvación por cualquier medio? ¿Era acaso una novedad que gentes de su clase intentasen rehacer su fortuna por medio de un casamiento? ¿Y los duques y príncipes que buscaban el oro en América dando su mano a hijas de millonarios de origen más censurable que don Benito?...