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Cuidado con los niños. ¡Liberalitos al fin! Y parece que quieren armar un alboroto esta noche dijo Carrascosa, seguro ya de la mentira que había de encajarle. ¡Esta noche! exclamó Elías, llevándose las manos á la cabeza. ¡Esos chicos están locos! Lo van á echar todo á perder.... Pero quién les ha dicho que esta noche. ¡Vaya con los niños! Pero voy allá al momento. Venga usted, porque si tarda....

Señores, la verdad es que todos nos hemos vuelto locos en España; los unos por lo que hacen y los otros por lo que dejan de hacer. En este momento se oyeron algunas exclamaciones ruidosas. La condesa misma salió de su languidez y se levantó de un salto. Por fin, ¡ya apareció el perdido! exclamó . Mil veces bien venido, desventurado cazador y malparado jinete. ¡Buen susto nos hemos llevado!

Y ella había sentido venir la catástrofe; el corazón se lo decía. No te metas, Bernardino, en la Bolsa, mira por aquí, mira por allí. Bernardino, vigila a ese niño, que no tiene experiencia, que no sabe por dónde anda; el socio es bueno, pero el mal ejemplo de los demás, el tuyo sobre todo, va a perderle. Bernardino esto, Bernardino aquéllo. Y nada, erre que erre. Estaban ciegos, locos.

Sus ojos brillantes parecían extraviados por el vértigo. Hay para volverse locos murmuraba el campanero . ¿Qué es pues, el hombre, Gabriel? Nada; como nada es también esta tierra que nos parece tan grande y que hemos poblado de religiones, Imperios y revelaciones de Dios. ¡Ensueños de hormiga!, ¡menos aún!

Tiburcio respondía a esto que él también recordaba lo que decía Morsamor, pero que recordaba asimismo que Ruy Falero había perdido el juicio y, que habían tenido que encerrarle en una casa de locos.

3 Porque me enojé contra los locos, viendo la paz de los impíos. 6 Por tanto, la soberbia los corona; se cubren de vestido de violencia. 7 Sus ojos están salidos de gruesos; logran con creces los antojos del corazón. 9 Ponen contra el cielo su boca, y su lengua pasea la tierra. 10 Por eso su pueblo volverá aquí, y aguas de lleno le son exprimidas.

Entonces siente casi pesar al deshacer las costuras... ¡Cuántos proyectos y cuántos locos sueños había cosido por decirlo así, con su aguja! Pero ¿qué remedio? ¡había engordado tanto después de su casamiento!

Esta chica va a volvernos locos dijo Maltrana a Ojeda, que había corrido también para enterarse del motivo del estrépito . Ahora parece que su gusto consiste en que los hombres se afeiten. Yo estoy libre de eso: yo he seguido siempre la moda de ahora. Pero usted, Fernando, líbrese de que esa chiquilla le eche el ojo. Veo en peligro sus hermosos bigotes.

14 una pequeña ciudad, y pocos hombres en ella; y viene contra ella un gran rey, y la cerca, y edifica contra ella grandes baluartes; 15 y se halla en ella un hombre pobre, sabio, el cual libra la ciudad con su sabiduría; y nadie se acordaba de aquel pobre hombre. 17 Las palabras del sabio con reposo son oídas, más que el clamor del señor entre los locos.

Todo era dicha y tranquilidad en casa de doña Manuela, y el contento de la familia repercutía en Las Tres Rosas, donde la sencilla Teresa considerábase feliz. Sabía que su marido había roto definitivamente con Clarita, aquella «mala piel» que vivía en la calle del Puerto. Ya no le pagaba los trimestres del entresuelo, ni atendía a sus locos gastos.