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No lo hice, no porque aprobase tu plan, sino porque, llevado de ligereza vergonzosa y de indiferencia villana y grosera, no advertí todo el horror de la boda que tienes concertada. ¿Debo el advertirlo ahora á mi propio espíritu, ó bien al de otra persona que me ha ilustrado?

Quedando muerto por librar á su príncipe, Miguel perdida la mayor parte de su gente, y libre del peligro por su valor y por su dicha, se salió de la batalla, llevado más por la fuerza de los suyos, que por su voluntad. Intentó muchas veces volver á cobrar la reputacion pérdida, pero siempre fué detenido, y su coraje rebentó en lagrimas.

Amparo, cubriendo la brasa con ceniza, juntaba en una cazuela berzas, patatas, una corteza de tocino, un hueso rancio de cerdo, cumpliendo el deber de condimentar el caldo del humilde menaje. Hecho lo cual, se presentó más oronda que una princesa a la persona encamada a quien había llevado el desayuno.

Al amanecer del día siguiente, un agente de orden público tropezó con su cadáver entre la nieve. El médico de la casa de socorro certificó que había muerto por la congelación de la sangre. Mira, Jiménez dijo un guardia de los que le habían llevado a su compañero. ¡Parece que se está riendo! Perier, director propietario de La Defensa de la Sociedad.

La muerte del cura de Aranjuez, sin dejar de formar en mi alma un gran vacío, me era menos sensible de lo que a primera vista pudiera parecer, porque conceptuándola yo como tránsito que había llevado un nuevo santo a las falanges del Paraíso, consideré a mi amigo en su verdadero lugar, y no tan lejos de nosotros que pudiera desampararnos si le invocábamos.

10 Y viniendo también los primeros, pensaron que habían de recibir más; pero también ellos recibieron cada uno un denario. 11 Y tomándolo, murmuraban contra el padre de la familia, 12 Diciendo: Estos postreros sólo han trabajado una hora, y los has hecho iguales a nosotros, que hemos llevado la carga y el calor del día.

Y es de notar que las madres, que han menester mayor grado de este amor y ternura, lo tienen llevado hasta los limites del frenesí, habiéndolas pertrechado el Criador contra el cansancio que pudieran producirles los primeros cuidados de la infancia.

Sin embargo, replicó al fin con dulzura y firmeza a la vez: Aunque no la he llevado en mis entrañas, yo quiero a Clementina como si fuese mi hija; la he mirado siempre como tal. Me parece una injusticia privar a una hija de su parte de herencia. ¡Pero mujer! exclamó con viveza el duque: yo ¿para quién quiero lo que tengo sino para mi hija?

Y no es que no fuese generoso; pero ella no era mujer capaz de mezclar los asuntos de interés con los asuntos del corazón. Había llevado su desinterés hasta el sacrificio; había cedido su hijo a la condesa de Villanera y había acabado por abandonarlo a otra madre.

¿Era acaso muy natural que el Conde d'Arda, después de haber llevado hasta los cuarenta y cuatro años la vida necesariamente disipada del soltero rico, sin sentir más temprano la necesidad de un afecto legítimo, se redujera permanentemente a la existencia del marido ejemplar y se contentara con el ingenuo amor de aquella jovencita? ¿Y era inadmisible, inverosímil, que la esposa enamorada, ignorante del mundo, circunscribiera todo el gozo de la vida a su nuevo estado?