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La gente es de buena estatura y bien hecha, aunque de color de aceituna. Hay no pequeña parte del pueblo que tiene como de herencia un género de lepra, que parece que los cuerpos están cubiertos de escamas de pescado, pero no les causa molestia ni fastidio.

Usábalo en los juegos de argolla y bolos. Mas todo fue nada para ver entrar a don Cosme cercado de muchachos con lamparones, cáncer y lepra, heridos y mancos, el cual se había hecho ensalmador con unas santiguaduras y oraciones que había aprendido de una vieja.

19 y sucediere en el lugar de la postema hinchazón blanca, o mancha blanca embermejecida, será mostrado al sacerdote; 20 y el sacerdote mirará; y si pareciere estar más baja que su piel, y su pelo se hubiere vuelto blanco, lo dará el sacerdote por inmundo; es llaga de lepra que se originó en la postema.

Porque yo ni estoy reblandecido, ni soy ciego, ni sufro de lepra, ni padezco de tuberculosis, ni tengo cáncer ninguno. En cambio, me encuentro resfriado casi siempre y no comprendo por qué razón han de tratarme ustedes con tanto desprecio. Muchas veces, harto de toser y de estornudar, yo he acudido a ustedes en consulta.

7 Cuando fuere hallado alguno que haya hurtado persona de sus hermanos los hijos de Israel, y hubiere mercadeado con ella, o la hubiere vendido, el tal ladrón morirá, y quitarás el mal de en medio de ti. 8 Guárdate de llaga de lepra, guardando diligentemente, y haciendo según todo lo que os enseñaren los sacerdotes levitas; cuidaréis de hacer como les he mandado.

Su tristeza sin tregua; su oculta vergüenza, con la que de continuo tenía que verse cara á cara, sin poder hallar alivio comunicándola y confiándose á una persona amiga; sus luchas de compasión y de desprecio por su marido y de amor y de odio por el Comendador; su horror del pecado que creía sentir sobre ella y que le pesaba como lepra asquerosa é incurable; su orgullo ofendido; su temor del infierno, al que á veces se creía predestinada, y su preocupación incesante de la suerte de Clara, á quien amaba con fervor y á quien en ocasiones aborrecía, como vivo testimonio de su más grave falta y de su más imperdonable humillación, habían influido lastimosamente sobre todos los órganos de aquella vida corporal.

Todos estos, todos nosotros, filipinos, estamos incluidos entre los individuos contagiados con la lepra de la superstición, fomentada por la absurda milagrería de las novenas, y no se puede decir que sea un mal de una raza de Filipinas, sino de los habitantes de Filipinas en general.

Es la espantosa elefantíasis de los griegos, cuya marcha fatal nada detiene; la lepra temida, que aísla al hombre de la sociedad, lo convierte en un espectáculo de horror aun para los suyos y pesa sobre ciertas familias como una maldición bíblica.

Porÿ los enšeñava como quien tiene authoridad, y no como los Ešcribas. Y Como decendio del monte, šeguianlo muchas compañas: Y heaqui un leprošo vino, y adorólo diziendo, Señor, ši quišieres, puedes me limpiar. Y eštendiendo Iešus šu mano, tocólo diziendo, Quiero: šé limpio. Y luego šu lepra fue limpiada.

Yendo al otro dia de pasco se encontró con un pordiosero, cubierto de lepra, los ojos casi ciegos, carcomida la punta de la nariz, la boca tuerta, ennegrecídos los dientes, y el habla gangosa, atormentado de una violenta tos, y que á cada esfuerzo escupia una muela. De qué modo encontró Candido á su maestro de filosofía, el doctor Panglós, y de lo que le aconteció.