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La mayor había pasado una semana hablando de Ulises y la Odisea con un licenciado en letras que agonizaba lentamente, pensando en su tesis de doctor que jamás llegaría á leer en la Sorbona. Mientras tanto, Julieta escribía cartas.

Permaneció inmóvil hasta que salió de su error; pero se le escapó un grito de angustia y se puso a temblar murmurando: Valor y energía; y ya tiemblo y palidezco al solo pensar en su aparición. Se dejó caer en una silla. Sin duda una confianza nueva iba penetrando en ella, porque una sonrisa de reto se dibujó lentamente en sus labios, mientras una chispa de coraje brilló en sus ojos.

Vívidamente brillaron en su recuerdo las incidencias de un viaje a la provincia de Jujuy; el largo tren, arrastrado por la máquina jadeante, trepaba con fatiga la pendiente, arrojando coronas de humo que se diluían sobre la transparencia del aire; y todo el paisaje giraba desplazando lentamente las vastas montañas.

Cuando la paz se haga, y algún día se hará, el Perú saldrá lentamente de su tumba, pensando en hacer vida nueva, en la paz, en el orden y el trabajo. Maldecirá los raudales de oro del guano y el salitre, y sólo se ocupará de cultivar su suelo admirable.

Todos, grandes y niños, volvemos los ojos hacia la Virgen del Carmen, nuestra madre y nuestra protectora, que marcha lentamente sobre los hombros de las cuatro hermosas zagalas.

Iba avanzando lentamente, con pasos firmes, pero con el cayado por delante tanteando el terreno. La familia le miró con atención. Era el único que en las dos semanas que allí estaban se atrevía á aproximarse á las tierras. Al notar la vacilación de sus ovejas, gritó para que pasasen adelante. Batiste salió al encuentro del viejo.

Ya delicada y débil, verdadera planta de los Trópicos cuidada en estufa, no ofrecía ninguna resistencia a la anemia abrumadora que la había invadido lentamente e iba pereciendo de día en día a pesar de los cuidados minuciosos que se le prodigaban.

¡A comer, papá! ¡Vamos, que sólo tiene usted en el estómago una taza de ! Vamos, «muñeca», vamos; contestó lentamente, levantándose del sillón dame tu brazo.... Ya tu papá está muy cascado.... ¡Ha trabajado mucho!... Los años no pasan así, como quiera, sin estropear a uno.... Entre tía Pepa y yo llevamos a la enferma a su cuarto. No quiso ir al comedor.

Y las graves respondían: Por donde ora el sol salía, Por donde ora el sol rayaba. Despidiéronse de cuantos amigos hallaron. La sombra, en efecto, había invadido todo el valle y empezaba á escalar lentamente las montañas. Compraron confites y avellanas tostadas y bebieron unos sorbos de vino para tomar fuerzas.

La retiró, se volvió lentamente, quitó la música del atril para colocarla sobre el piano, todo con pausa y mesura, y me miró de nuevo con esforzada y dolorosa sonrisa: ¿Y si yo... le pidiera que no se fuera?...