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Al cabo, no soy esparciata para dar muerte a mis hijos enfermizos, aunque tenga que ser esparciata y tengamos que ser esparciatas todos los españoles para tragar la salsa negra, si siguen las cosas así. Considere el pío lector que esta Meditación es como un entretenimiento y nada más, y sea verdaderamente pío, que harto lo exige el caso.

Si fuera posible trasladar al lector á las gradas de San Felipe, capitolio de la chismografía política y social, ó sentarle en el húmedo escaño de la fuente de Mari-Blanca, punto de reunión de un público más plebeyo, comprendería cuan distinto de lo que hoy vemos era lo que veían nuestros abuelos hace medio siglo.

Es muy posible que algún lector de mi libro, al distraer sus ocios por las bellas praderas de la Montaña, quiera buscar en ellas los modelos de las escenas campestres que yo he pintado.

Allí estaba la tertulia en masa de D.ª Eloisa, y además, otra parte de la nobleza de la villa, con la cual no hemos podido poner al lector en relación.

Cuando proyecté escribir estos apuntes, ofrecí al lector en mi conciencia no ocultarle nada de lo que yo pensase y sintiese. Estas insignificantes reflexiones pertenecen tambien á mis benévolos y queridos lectores. Yo creia hasta ahora que en la vejez no habia más que un período. El viejo Lesperut me ha enseñado que existen dos, y por señas que son bien diferentes.

<i>Frailes</i>... Atención continuó el lector . Una especie de animales viles y despreciables que viven en la sociedad a costa de los sudores del vecino en una especie de café-fonda, donde se entregan a todo género de placeres y deleites, sin más que hacer que rascarse la barriga.

-Voy á explicarlo. #Bozmediano#. Antes de dar á conocer en toda su extensión el coloquio de estos personajes, conviene dar noticias de uno de ellos, ya harto conocido por el lector. El militar que en el segundo capítulo de esta historia vimos prestando auxilio á Coletilla y después introduciéndose furtivamente en su casa, se llamaba don Claudio Bozmediano y Coello.

Quisiera llevar á cabo con el lector en una sola noche, y sin movernos de este sitio, la circunnavegación de nuestro Océano, entre Dunkerque y Biarritz, y la revista de los grandes faros. Empero sería esto tarea muy larga. Calais hace señales hospitalarias á la Inglaterra, á la muchedumbre que pasa por aquel país, con sus cuatro faros de colores diversos, que deben verse desde el mismo Douvres.

Fin del dia. Mi querido lector; despues de meditar despacio sobre el asunto, he resuelto modificar el plan que me habia propuesto seguir.

Por curioso que sea todavía el barrio de los Judíos en Francfort, el lector me permitirá que reserve mis descripciones respecto de esa raza para el capítulo en que mas tarde hablaré de Praga, porque es en esta ciudad donde he creido hallar mejor caracterizadas las costumbres de los judíos alemanes.