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No..., habían de ser las once de la mañana, y puede que aún no las fuesen. ¡Pero créanme, como que esa luz nos está alumbrando!

Pero hay todavía para diez sesiones... Tengo otra pelota en el tejado... pero ésta es la mar... figúrate que la primera vez que vino a verme descubrió el bueno de papá Nicholson, curioseando en mis cartones, el bosquejo de cuatro grandes recuadros representando las cuatro estaciones... se ha enamorado de aquéllos y quiere que se los pinte para su comedor de Chicago... Ya ves que nada se rehusan, en Chicago... Cuatro pedazos de pinturas de tres metros por dos... ¡como quien no dice nada!... «Pero, señor le dije , para dar a usted gusto tendría que consagrar exclusivamente a esa obra un año de vida... por lo menos... y francamente, mis medios no me lo permiten...» ¡Motivo de más para estimular al buen señor, que me ha ofrecido una fortuna!... ¡Y como al fin tengo mujer e hija, es ésta una ocasión para asegurarles su porvenir... por cuyo motivo he aceptado!

Todos los sillones del paseo estaban ocupados. Las damas, vestidas de blanco, gozaban el bienestar de una leve frescura después de las angustias sufridas en el salón. Circulaba impreso el programa de las fiestas con las que se solemnizaba el paso de la línea: cuatro días de banquetes, conciertos y juegos atléticos.

A él le ocurría lo mismo, y como basaba en ese defecto su insignificancia y pobreza de mollera, atribuía a idéntica causa todas las miserias y envilecimientos que existen en el mundo.

De todo punto; que cierren bien las puertas exteriores y que las damas, las meninas y las dueñas se retiren también. ¿Y se va vuecencia á quedar sola? Que esperen dos de mis doncellas en la saleta de afuera. Muy bien, señora; Dios buenas noches á vuecencia. Gracias. El gentilhombre salió. Quevedo oyó cerrar las puertas.

Para conocer más minuciosamente el estado de los teatros, de que habla, conviene retroceder al año de 1579. Los repertorios de los de Madrid de la misma época, según todas las apariencias, eran bastante pobres.

El Endeavour sin embargo salió de aquel clima tempestuoso, sin mas pérdida, no viendo tierra desde el 23 de Mayo hasta el 29 de Agosto, que descubrió á Fyal, una de las islas de Azores, á donde se dirigieron para proveerse de agua, porque no tenian mas que dos cuartillos cada uno al dia, y esto por algun tiempo.

Su rostro se había revestido de repente de la expresión oficial. Celedonio tenía doce o trece años y ya sabía ajustar los músculos de su cara de chato a las exigencias de la liturgia.

Y la libertad, la justicia, el progreso, el bienestar, las ciencias y las artes, todo lo que realmente vale, no importó ya un bledo a la conciencia humana.

Su obra seria de escritor no comienza hasta los treinta y siete años de su vida, con "South America", seguido de otros volúmenes que guardan una acentuada unidad de tendencias; "Manual de patología política", que será llamado primero "Manual de imbecilidades argentinas", cambiando más tarde el nombre y el contenido con algunos agregados; irán apareciendo luego otros libros más: "Ensayo sobre Educación", ¿A dónde vamos?"; hasta rematar, sereno y profundo el escritor, con "Transformación de las razas en América", "Historia de las instituciones libres" y "La creación del mundo moral".