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»El martes tuve imperiosamente que salir para ir a los campos. Media legua más allá de la ciudad, a causa del mal estado del camino, el eje se rompe. Como no había llevado cochero y no alcanzaba a ver alma viviente, monto en el caballo con arneses y todo, y vuelvo a casa en busca de ayuda. En el patio, el mayordomo me dice que hacía rato que la señorita se había marchado.

¿Hay fuego en el castillo? preguntó imperiosamente Clementina, que apareció en chambra y gorro de dormir. ¿Qué significa ese ruido, Bobart? ¡Ah! buena y querida amiga, balbuceó el abogado, ¡qué suceso! Pero ¿qué, qué ha sucedido? Habla, pues, en vez de gimotear! Pues bien ... ¡Tu sobrina ha partido! ¡Ha partido! exclamó la señorita Guichard. ¿Pero cómo? ¿Por dónde? Con su marido; por la puerta.

Le conozco: el pobre mozo iría a presidio por tu culpa. La advertencia era inútil. Para evitar la venganza de Rafael, había mentido ella, fingiendo sus crueles desvíos. Fermín continuó hablando con tono sombrío, pero imperiosamente, sin admitir réplica.

Así no he creido necesario precipitar las operaciones, mayormente cuando la situacion del soldado, rendido de hambre y fatiga, reclamaba imperiosamente algun descanso.

Tal vez que otra se levantaban corriendo para ir a socorrer a algún mosquito infeliz que se había caído boca abajo y que se revolcaba en la arena con horrísonos chillidos; otras veces llamaban imperiosamente al que se desmandaba y le residenciaban ante el consejo de doncellas y amas de cría, amonestándole suavemente o recriminándole con dureza y administrándole algún leve correctivo en la parte posterior, según el sistema y el temperamento de cada juez.

Vamos a ver dijo imperiosamente, después de un largo silencio . que me conoces mejor que nadie: ¿soy tan malo como suponen los enemigos? ¿Merezco que el Señor me castigue por mis faltas? eres un alma de Dios, sencilla y buena, y sabes más de esto con tu instinto que todos los doctores en Teología. ¿Usted malo, don Sebastián? ¡Jesús...! Usted es un hombre como los otros: ni más ni menos.

Contemplando aquello el hombre dormido se obstina en avivar recuerdos y coordinar ideas, pero es en vano; porque las memorias no obedecen a la evocación y los pensamientos se alteran. Luego su atención y sus ojos son imperiosamente atraídos por algo que le suspende y encanta.

Núñez la miró sorprendido: su actitud y sobre todo aquel tratamiento ceremonioso que nunca había usado si no es en público desde que se hallaban en relaciones le dejaron estupefacto. Y como no se moviera, Elena exclamó con impaciencia: ¡Me siento mal! ¡me siento mal...! Haga usted el favor... Señaló imperiosamente a la puerta.

Se desdoblaba su interior, surgiendo junto á la mujer de gustos frívolos ansiosa de comodidades y grandezas, otra que era la de las temibles energías, la de las extremas resoluciones en las horas difíciles, la que no vacilaba ante la crueldad. Y esta mujer, al despertarse, aconsejaba imperiosamente á su compañera: «No dejes que se marche. El destino te lo envía

Callamos Presentación y yo, y atendimos también, ambos absortos y suspensos, porque la palabra de García Herreros, enérgica y sonora, era de las que imperiosamente se hacen oír y acallan todos los rumores de una Asamblea. Combatiendo las servidumbres, exclamaba: «¿Qué diría de su representante aquel pueblo numantino, que por no sufrir la servidumbre quiso ser pábulo de la hoguera?