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Me parece que abriga la idea de vengarse en la pobre Mabel. Mejor es que no trate de ofenderla exclamó ferozmente. Tengo que cumplir la promesa que le hice al pobre Burton, y la cumpliré. ¡, juro por Dios que lo haré! al pie de la letra. Buen cuidado tendré de que no caiga en las manos de ese aventurero. Ella le teme anticipadamente. ¿Por qué será? Por desgracia, no quiere decírmelo.

Sin embargo, Juan marchaba, marchaba siempre porque le estremecía, más que la muerte, la idea de infringir los mandatos de la autoridad, y turbar, aunque fuese momentáneamente, el orden de su país. Cada noche se iban reduciendo más sus ganancias.

El recogimiento y la austeridad de Juanita al fin surtieron efecto. La idea que el padre Anselmo concibió de que había logrado convertir a aquella pecadora incipiente y de atraer al aprisco a la ovejita descarriada antes que cayese entre las uñas y la boca del lobo, fue adquiriendo resonancia y eco entre el vulgo.

El ideal, es su representacion en un entendimiento, la cual solo tiene algun valor, en cuanto se refiere á la realidad actual ó posible. Solo de este modo tiene la idea objetividad; pues sin esto seria un hecho puramente subjetivo del cual no se podria afirmar ni negar nada, excepto lo puramente subjetivo.

Nuestro hostelero, que era un buen hombre, mucho mejor que su hotel y sus alcobas de dormir, nos refirió algunos pormenores que nos dieron idea de la originalidad de aquellos bailes, mas parecidos á una escena de sombras chinescas que a otra cosa.

Se me ocurre una idea. ¿Si partiera para París con Elena? ¿Y por qué no para la casa de sanidad? No hay pocas casas de sanidad en Francia. No comprendo vuestra intención. Reparad, señora, que la autoridad podría preguntarnos el nombre de la casa de sanidad, y quizá nuestros enemigos consiguieran de ese modo su objeto.

La idea de Teodoro Golfín era exacta al comparar el espíritu de Nela con los pueblos primitivos. Como en éstos, dominaba en ella el sentimiento y la fascinación de lo maravilloso; creía en poderes sobrenaturales, distintos del único y grandioso Dios, y veía en los objetos de la Naturaleza personalidades vagas que no carecían de modos de comunicación con los hombres.

Cuando la señorita Oyadec se hubo perdido de vista, una idea extraña se ofreció repentina al pensamiento de la señora de Laroque: era que, después de todo, no hubiera hecho mal en dar, además de su admiración, una pieza de cinco francos á la pastora. ¡Alain! exclamó ¡llámela!

Yo quiero que me digas con lealtad qué harías, qué harías en este trance. Pero cierra ya esa boca; basta ya de asombro y contéstame». Pues yo... ¿qué haría? Echar mano al bolsillo, darle cuatro o cinco duros, y marcharme a mi casa. Esa fue mi primera idea. Pero ciertas deudas, señora mía dijo Santa Cruz triunfante , no se saldan con cuatro ni con cinco duros.

De aquí que Nuño desechase siempre como suposición maliciosa la idea que a veces se le presentaba de que doña Mencía tuviese amores. Lo que tenía era afecto casi maternal, y algo de satisfacción de amor propio y mucho de gratitud al considerarse querida. De esto que no dudaba Nuño.