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Ello es, que Frígilis tuvo que devolver a Álvaro la promesa de huir y mandarle buscar padrinos. ¿Y Mesía? En general, Joaquinito estaba bien enterado. Mesía se lo había dicho todo al Marquesito que había ido a verle a la fonda.

El público vió al domador echando sangre, y se levantó despavorido y se dispuso a huir. No había peligro para los espectadores, pero un pánico absurdo hizo que todos se lanzasen atropelladamente a la salida; alguien, que luego no se supo quién fué, disparó un tiro contra el león, y en aquel momento insensato de fuga resultaron magullados y contusos varias mujeres y niños.

Voy a razonar fríamente conmigo misma, como conviene a una persona que hace el balance de su vida. ¿Ser su esposa? Eso es imposible, bien lo . ¿Huir? ¿Qué haría en medio de extraños? Los conozco; conozco a los hombres y los desprecio. Ellos me han hecho daño, seguirán haciéndome sufrir. Todo lo que me queda de fe, de amor y de esperanza, no descansa ya más que en él. Pues bien, ¿morir?

Renunciar al amor y a la familia; huir de los placeres profanos, del teatro, los conciertos y el café; ser mirados por los hombres, aun por los que la echan de religiosos, como unos seres extraños, una especie intermedia entre la hembra y el macho; arrastrar faldas, ir vestidos en todo tiempo como un mamarracho lúgubre, y a cambio de tantos sacrificios ganar menos que los que pican piedra en las carreteras.

Florentina, que es un ángel de Dios, ha querido hacer de ti una amiga y una hermana; no conozco un ejemplo de virtud y de bondad como las suyas... ¿y qué has hecho?... huir de ella como una salvaje.... ¿Es esto ingratitud o algún otro sentimiento que no comprendemos? No, no, no replicó la Nela con aflicción yo no soy ingrata.

Podía huir a lejanos países, adonde hubiese guerras, y utilizar sus fuerzas noblemente. que sirvo pa eso, señora marquesa. Lo he pensao muchas veses.

A usted no puedo ni quiero decir qué tempestad me destroza. ¡Bendita usted que no conoce el error! ¿Para qué hablarle de aquello con que yo lucho? Piense usted solamente esto: que si he pecado mucho, ahora quiero huir de otras culpas. Me encuentro reducida a una condición tal, que todo es para culpa y error.

El Rey, para huir de las imágenes terribles, que lo atormentan, se refugia en un bosquecillo de rosas; la Idolatría lo mece en sus brazos, y la Vanidad se esfuerza en aquietarlo con sus cánticos, hasta que se duerme de cansancio. La Muerte dice entonces: Descanso del sueño hace El hombre ¡ay Dios! sin que advierta Que, cuando duerme y despierta, Cada día muere y nace.

Pesaban tanto en su espíritu estas consideraciones, que, notando que su afición oculta iba creciendo, procuraba, o más bien se proponía huir de la vista de Juanita, no pasar por su calle para no verla en el portal o asomada a la ventana; y no ir a la tertulia de los poyetes, bajo los álamos, para no tener que admirarla cuando charlaba con las demás zagalones o con los mozos en la fuente del ejido, o cuando subía o bajaba gallardamente, con el cántaro apoyado en la cadera, por la cuestecilla que se extiende desde la fuente hasta el lugar.

Advierte, Cristinica, y está cierta de una cosa: que la mujer que se determina a ser honrada, entre un ejército de soldados lo puede ser. Verdad es que es bueno huír de las ocasiones; pero han de ser de las secretas, y no de las públicas. Entremos, Preciosa dijo Cristina ; que sabes más que un sabio.