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¡Pero qué cosas tan horribles tienes, Paz! siguió aturdida y confusa . No vuelvas a hablar así porque me marcho de tu lado. Perdona, hija dijo la maliciosa niña, que se gozaba en el aturdimiento de su amiga y del concejal . Yo creía.... Hay muchos que lo dicen.... Entonces, si no es Ramón será Federico.... Maldonado frunció el entrecejo.

Más Oeste, hace regolfar el Gironde y encasqueta sus horribles olas al infortunado Cordouan. No se conoce bastante á ese respetable personaje, á ese mártir de los mares; y creo que de todos los faros de Europa es el más viejo. Uno solo puede disputarle su antigüedad, la célebre linterna de Génova; mas la diferencia es grande.

, que has cubierto tantas horribles tragicomedias, que has sido tan calumniada por los tontos de todos los tiempos, de todos los países.

Aun en los tiempos en que la mente humana imaginaba divinidades tiránicas y crueles, los grandes poetas, sobreponiéndose a la desconsoladora creencia, buscaban y hallaban un final desenlace, trascendente y dichoso, para sus tragedias más horribles, dejando a la Providencia justificada y glorificada.

¡Ah, perdonad, señora!... dijo don Bernardino siguiendo á los jóvenes, que se encaminaban á unas estrechas, negras y horribles escaleras ; yo ignoraba que... como dicen que don Rodrigo Calderón... Está herido y medio muriéndose, ¿no es verdad? dijo Dorotea. Subían por las escaleras. Me espanta la serenidad con que habláis y las galas que vestís. Como que estoy de boda. ¿Os casáis?

Son soberbios, y mientras más se les da, más quieren.... Ya es cosa hecha que Pablo se casará con su prima: es buena pareja; los dos son guapos chicos; y ella no parece tonta... y tiene una cara preciosa, ¡qué lástima de cara y de cuerpo con aquellos vestidos tan horribles!... No, no, si necesito vestirme, no me traigan acá a la modista de Santa Irene de Campó. Esto decía cuando entró Carlos.

Horrorizóse el Sirio, y preguntó el motivo de tan horribles contiendas entre animalejos tan ruines.

Sus hijos se arrojaron en sus brazos llorando, y al contacto de aquellas tres cabezas despertó su corazón de madre, desgarrándole el pecho un sollozo inmenso, y encontrando al fin su dolor una salida, un alivio, un consuelo: ¡las lágrimas!... Todo el mundo en el pueblo respetó aquella pena sin medida, y nadie tuvo valor para referirle los horribles detalles de la muerte de su hijo.

El que tiene vida en ese mundo de horribles verdades muere; no hay Dios: no hay humanidad. El mundo es hijo del acaso: el hombre es un reptil como otro cualquiera.

Es fácil de ver que este argumento era muy á propósito para formar una tragedia verdadera, y que en manos del poeta se convierte, no en tragedia, sino en caricatura; que la impresión que debiera hacer se debilita por las muchas y horribles catástrofes que la sofocan, y que el autor, á pesar de sus esfuerzos en mantenerse á la altura del trágico coturno, degenera no pocas veces en ridículo y pueril.