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De pronto, el señor Aubry pareció percibir a su hija: ¿ estás ahí también, mi querida hija?... soy feliz... ... él... reunidos... cuídala bien, Juan... ¡cuídala... no la dejes llevar... por... la desgracia! la desgracia... cuida... cuida... Y haciendo un supremo esfuerzo, tomó entre sus manos las dos cabezas inclinadas hacia él, y los aproximó en un abrazo.

Cuando se le veía hablando; embelesado con Josefina, los ojos recreándose en la contemplación de su belleza, mudo y como absorto unas veces, animado otras hasta la locuacidad, comprendíase el por qué de tales dulzuras y complacencias para con la madre de aquel tesoro de discreción y hermosura. La solicitud con que a la duquesa atendía, se explicaba por el afán de acercarse a su hija.

Pero eso no es una necesidad, mamá dijo Liette dejando la pluma con resignación; eres absolutamente libre... Sin duda, hija mía, sin duda; pero no querría perjudicarte en tu situación y prefiero dominar mi legítimo orgullo. Te aseguro... Tu felicidad ante todo, hija mía; por verte dichosa me resignaría a rascar la tierra con las uñas.

Puse en orden los papeles y me levanté prestamente. ¡Cómo! Hija desnaturalizada, ¿te vas sin darme un beso? ¿Me tienes rencor? respondí apretándole la cabeza con las manos y besándole en la calva; , porque veo que tienes prisa de desembarazarte de . Mi padre dio un golpe en la mesa con mucha furia. Faltas a la verdad a sabiendas... ¡Vete de aquí o te tiro mi Aristóteles a la cabeza!

Con estas lastimosas memorias, la marquesa sintió algo que podría llamarse el remordimiento del deber. ¿Había sido cruel con su hija? El descubrimiento de liviandades que pronto se hicieron públicas, puso a la señora a punto de morir de indignación y vergüenza. ¡Qué bien recordaba esto, y cómo se renovaban su iras con las memorias, enardeciéndole la sangre!

Háblase aquí del casamiento del primogénito del duque de Medinaceli con la hija del duque de Osuna; después dice: «El dia siguiente se represento la Comedia de Alfeo y Aretusa, el sábado la del Jardín de Falerina. El domingo 6 los referidos Señores Esposos y Parientes fueron conbidados por el Señor Duque de Medina Celi en su quarto de Palacio.

Estos y otros fundamentos hay para creer que haya dichas poblaciones en este vasto espacio de 400 leguas. Creo que estas noticias estan mezcladas con muchas fabulas, mas habiéndose perdido tantos navios, no puede menos de haber algo de lo que se dice, y que por algo se dijo, pues que no hay mentira que no sea hija de algo.

Sólo faltaba... es el único día que uno tiene libre; ¡y se había usted de ir al paseo! ¿Pero ayer? ¿No entró usted ayer en San Efrén? ¿No cantaba la de García? ¡Para lo bien que canta, hija! Parece un grillo. Pues ella dice que se alaba de que va allí toda la oficialidad por oírla. Alabará... ¿qué yo?

Qué quieres, hija; si hubiera llevado tan buena vida como Antonio, estaría mejor conservado.

Cuando mi hija se presentó en casa en el lastimoso estado en que usted pudo verla, invoqué a Dios, pidiéndole el castigo de ese verdugo de nuestra honra.