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¡Cuan hermosos resultan, esos hombres de la naturaleza, cuando á la desembocadura de los ríos, y más heroicos aun en plena mar, se aventuran en su débil esquife sobre las grandes olas, donde tan pronto parecen sepultados bajo las aguas como reaparecen rodeados de espuma! ¡Y cuán abnegados y honrados son estos buenos bárbaros, y qué profunda y grata impresión dejan en el cansado viajero que ha recibido una sola vez hospitalidad en su cabaña!

En nada absolutamente pudiera compararse la bella estacion de Europa á un tal momento bajo las zonas tórridas. En Francia, por ejemplo, las hojas van brotando poco á poco, y el frio y la ausencia de dias hermosos se hacen frecuentemente sentir aun despues de bien entrada la primavera. En aquellos lugares, esta no es sino el cambio súbito de una decoracion.

Y cuando con más entusiasmo forjábase la ilusión de la tranquilidad patriarcal, un silbido estridente rasgó los aires, como si Mefistófeles, desde las nubes, contestase con su carcajada chillona a los hermosos planes de virtud doméstica.

La señorita Margarita suspendida del brazo de Alain, estaba inclinada sobre el abismo y clavaba sobre una mirada de mortal ansiedad. Me dije en aquel momento, que sólo de dependía ser llorado por aquellos hermosos ojos, y dar á una existencia miserable un fin digno de envidia.

Primeramente es un gran mozo, no por la talla, que no pasa de la regular, ni por lo aparatoso ni relumbrante, sino por lo varonil y lo que puede llamarse bien hecho de pies a cabeza; guapo, muy guapo, de hermosos ojos, preciosa barba, pelo abundante, cutis algo tomado por el sol y el aire, pero jugoso... de hombre sano... en fin, un hombre, lo que se llama un hombre en toda regla.

Después que lo hizo se asustó terriblemente y escrutó con anhelo si Clementina lo había sentido. La dama continuó impasible, extática, escuchando la música. Sin embargo, por sus claros y hermosos ojos resbalaba una leve sonrisa que el joven no pudo advertir.

Cuando aquí, discurrirá la dama, ni se teje con el primor que en Francia, ni se hacen coches como los ingleses, ni se crían tan hermosos caballos, ni se confeccionan sombreretes y vestidos como en París, ni se condimentan siquiera los sabrosos guisos que deleitan mi paladar, es indudable que en otras tareas de mayor empeño y en otras producciones más altas no habremos de lucirnos.

Esta chica va a volvernos locos dijo Maltrana a Ojeda, que había corrido también para enterarse del motivo del estrépito . Ahora parece que su gusto consiste en que los hombres se afeiten. Yo estoy libre de eso: yo he seguido siempre la moda de ahora. Pero usted, Fernando, líbrese de que esa chiquilla le eche el ojo. Veo en peligro sus hermosos bigotes.

¡Y qué grato es el pasearse por ellas en los hermosos días de la estación de las flores bajo un cielo purísimo, respirando la atmósfera embalsamada, mientras la brisa suave mece con dulce murmullo las hojas de los árboles!...

Los hijos del amor eran siempre los más hermosos: tenían algo de extraordinario, que rara vez se encontraba en los retoños engendrados por las parejas legales, que procrean por deber y por instinto, durante las noches blancas, de placer triste y monótono, en las que los besos tienen el sabor suculento y vulgar de la olla casera. Sánchez Morueta calló como fatigado por su confesión.