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43 Y luego, aún hablando él, vino Judas, que era uno de los doce, y con él una multitud con espadas y palos, de parte de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas y de los ancianos. 44 Y el que le entregaba les había dado señal común, diciendo: Al que yo besare, aquel es: prendedle, y llevadle con seguridad. 45 Y como vino, se acercó luego a él, y le dijo: Maestro, Maestro. Y le besó.

Más de una vez le mandó a la gran tienda de Samaniego por tela o encajes para el ajuar que estaba haciendo; pero siempre le encargaba que no la descubriese allí, pues ya que Aurora no había ido a verla, lo que propiamente era una falta de educación, y hablando mal y pronto, una cochinada, no quería ella tampoco aparentar que solicitaba su amistad; y si razones tenía la Samaniega para retraerse, también ella las tenía para no rebajarse. «A fina me ganará; pero a orgullosa no».

Responder quiso doña Guiomar, pero desfalleció la voz en su garganta; sus ojos se posaron, exhalando un dulce fuego, en el venturoso amante; suspiró luego tan hondamente como si el suspiro hubiera salido de lo recóndito de sus entrañas, y dijo: Pues que Miguel de Cervantes sois, y antes de conoceros yo había conocido en vuestros versos vuestra alma, y estimádola había por ellos, quiero contaros mi historia, y por ella veréis claramente cómo, habiendo sido casada y con buen marido, amor no conocí, ni conozco, como no sea amor esto que me tiene hablando con vos y a deshora en mi aposento; que para ampararos en el aprieto en que os veis, no era menester que yo os hiciese compañía; y amor debe ser este, porque habéis de saber que no sabía yo que hubiese cosa que vencer pudiese la fuerza de mi recato, y a él falto hablando con vos a solas, y a tal hora; y si esto no es amor, no lo que ello sea; amor es, ¿quién lo duda, cuando ocultarlo no puedo, y si os lo niego más os lo afirmo, y vencida y enamorada os lo confieso?

¡Vaya prorrumpió la tía María si tiene que ver cuánta chilindrina ha aprendido mi hijo mientras sirvió al rey! Pero hablando de otra cosa, no nos ha dicho usted, señor comandante, cómo está Marisaladilla. Mal, muy mal, tía María, desmejorándose por días. Lástima me da de ver al pobre padre, que está pasadito de pena.

Eran tantas, que abrumaban su pensamiento. Pero Alicia, como si temiese sus palabras, se le adelantó, hablando á su vez con acento monótono y triste. Venía á este templo algunas tardes porque experimentaba de pronto la necesidad de abandonar Villa-Rosa y sus terribles recuerdos. ¡Ay, la llegada del telegrama!... Ahora soy creyente dijo con sencillez.

Estos indígenas, generalmente hablando los mas dóciles, se sujetan, sin quejarse jamas, á las leyes que se les impone, siendo al mismo tiempo aptos para todo, tanto por su carácter, como por la facilidad de comprension que es en ellos natural.

El yo es para el yo. «Ponerse á mismo y ser, son hablando del yo, completamente idénticos. La proposicion: yo soy, porque me he puesto á mismo; se puede expresar así: yo soy absolutamente porque soy. »El yo poniéndose, y el yo existiendo, son completamente idénticos: son una sola y misma cosa. El yo es aquello por lo cual se pone; y él se pone aquello que es.

Se abrió el ventanillo, que además de la compuerta tenía una reja de hierro, y asomó las narices el tío José, un paisanuco viejo y narigudo. ¿Qué ocurre? preguntó con sorpresa. Ya sabrá usted respondió Nolo bajando cuanto pudo la voz que Demetria ha desaparecido... , eso me han dicho antes de acostarme. Pues bien, dicen que la han visto hablando con Plutón.

No había sido aún ministro, pero se contaba que lo fuese en plazo muy breve. Clementina había rechazado repetidas veces sus instancias. Raimundo lo sabía y estaba orgulloso de este triunfo. Sin embargo, no podía arrancar de cierta inquietud cada vez que le veía hablando con ella como en este momento.

De los presentes no digo nada, que, por ser vuestra merced uno dellos, los tengo respeto, y porque que sabe vuesa merced un punto más que el diablo en cuanto habla y en cuanto piensa. -Haría yo una buena apuesta con vos, Sancho -dijo don Quijote-: que ahora que vais hablando sin que nadie os vaya a la mano, que no os duele nada en todo vuestro cuerpo.