United States or Mozambique ? Vote for the TOP Country of the Week !


No murió don Manuel del pesar de que hubiese muerto su hijo, aunque bien pudo ser; sino que dos años antes, y sin que Manuelillo lo supiese, se sentó un día en su sillón, muy envuelto en su capa, y con la guitarra al lado, como si sintiese en el alma unas muy dulces músicas, a la vez que un frescor húmedo y sabroso, que no era el de todos los días, sino mucho más grato.

Pues eso no es nada aún: el condenado se ha atrevido a subir a la torre del reloj, y mi cabrero lo ha visto perfectamente fumando su cigarro maldito, y poco después... ¡le ha oído acompañarse una canción blasfema con su guitarra maldita! Pero, los dignos padres, ¿cómo han sufrido semejante abominación? preguntó Flores con aire contrito.

El champaña acabó de trastornar a Gallardo, y cuando se levantó de la mesa dio el brazo a la dama, asustándose de su propia audacia. ¿No se hacía así en el gran mundo?... El no era tan ignorante como parecía a primera vista. En el salón donde les sirvieron el café vio el espada una guitarra, la misma, sin duda, con que daba sus lecciones el maestro Lechuzo.

El conde apenas se había dignado dirigirles una mirada fría cuando levantaron las copas saludándole. Uno de los individuos, de traza plebeya, el más viejo, tañía la guitarra con singular maestría, mientras los demás charlaban de toros y toreros.

Bien dicen que ese Godoy es hombre sin estudios. ¡Si creerá él que se gobierna una nación tocando la guitarra! Después de la paz de Basilea continuó el joven , nos vimos obligados a enemistarnos con los ingleses, que batieron nuestra escuadra en el cabo de San Vicente.

Su brazo era muy pequeño para alcanzar el extremo del mango. Tocaba al revés, pisando las cuerdas con la derecha y rasgueando con la izquierda, puesta la guitarra sobre las rodillas, boca y cuerdas hacia arriba.

Oyéronse los acordes de una guitarra. ¡Cuándo dejó de sonar la guitarra en una marcha de soldados españoles! Y una voz de timbre varonil, con acento del Mediodía, cantó: Como cosita propia te miraba yo, te miraba yo; pero quererte como te quería, eso se acabó, eso se acabó.

Un paso mas en la callejuela, y os codea la tentadora sevillana ó madrileña de opiniones...muy despreocupadas, guiñándoos un ojo negro y candeloso capaz de tentar al diablo mismo si no tiene juicio; en tanto que al pié de cada muro veis una fila de mendigos lamentables, rascando sin piedad ó punteando una raida guitarra para producir un ruido que punza los nervios, acompañamiento de la usual frase: una limosna por amor de Dios.

Era tan profundo el silencio en aquel rincón del mundo, que se oía desde lejos la voz de un hombre, que se acompañaba con la guitarra, no las rondeñas, ni las mollares, ni el contrabandista, ni la caña, ¡ah!, no, sino una canción llorona, ¡la Atala!